Nos inspira la esperanza de que Dios nos garantice el dominio sobre resto de lo que, sometido a los antiguos romanos hasta los confines de ambos mares, estos más adelante perdieron por su negligencia. Justiniano, Novella 30, AD 535, tras la conquista de Sicilia. Cuando en 527 Justiniano subió al trono del Imperio romano hubo de confrontar un mundo cuya configuración geo-política había sufrido una transformación radical en el curso del siglo anterior, con multitud de retos llamando a su puerta. Díptico Barberini