En Desperta Ferro Contemporánea n.º 7: Stalingrado (II) ¡Ni un paso atrás en el Volga! Podrás encontrar: Atrapar a ‘fon Paulius’. Los alemanes vistos por los soviéticos por Jochen Hellbeck (Rutgers University)

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A juzgar por las conversaciones registradas por los historiadores de Moscú en Stalingrado a principios de 1943, la cultura y el odio pugnaban en precario equilibrio en la forma en la que los soldados soviéticos se relacionaban con el enemigo alemán. Algunos alemanes selectos, oficiales de alto rango y particularmente condecorados, podían inspirar respeto desplegando disciplina y dignidad, pero la mayoría de alemanes con los que se tropezaron los soviéticos tras meses de combate implacable les parecían cualquier cosa menos individuos aseados y educados. La resistencia despiadada de los alemanes, espoleada por la propaganda con historias de torturas indescriptibles a los cautivos, provocó que los soldados del Ejército Rojo lucharan hasta el final y que en muchas ocasiones no hicieran prisioneros, lo que a su vez solo incitó a que los alemanes siguieran combatiendo. El odio de los soviéticos hacia los alemanes se hizo palpable en Stalingrado y no dejaría de crecer en los meses y años por venir, conforme liberaban los territorios ocupados y pudieron comprobar la violencia sin sentido pero metódica de los alemanes hasta sus últimas consecuencias. En más de un sentido, el camino hacia Berlín comenzó en Stalingrado.

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