insurgencia Estado islámico Mosul

Mosul, 1 de enero de 2005, 9.32 horas. Soldados de la Compañía A del 1/24.º Batallón (1.a SBCT, 25.ª División estadounidense) que ofrecen protección a un equipo de desactivación de explosivos que examina un depósito de armas de la insurgencia localizado por comandos iraquíes y fuerzas especiales norteamericanas en una operación de acordonamiento, muy cerca de las ruinas de Nínive, el sector oriental de la ciudad. Un dispositivo explosivo fue detonado in situ sin incidentes, pero al abandonar el lugar, uno de los comandos iraquíes fue alcanzado por fuego de armas ligeras desde los alrededores. En el depósito de armas fueron confiscados cohetes y munición de mortero, material explosivo, numerosos AK-47, chalecos cerámicos de la policía y propaganda. En lo que suponía un día con un nivel de incidencias rutinario para Mosul en aquellos días, a las 11.59 explosionó un artefacto en una iglesia cristiana próxima, sin consecuencias, y se informó de numerosos ataques con morteros contra comisarías de policía y una de las bases avanzadas norteamericanas. Foto tomada por el sargento Jeremiah Johnson. U. S. Army, Department of Defense.

Estados Unidos había vertido su sangre y gastado su presupuesto por todo el norte de Irak en su lucha por proteger Mosul y sus alrededores, y había trabajado sin descanso durante más de media década para tratar de erigir unas fuerzas de seguridad que hicieran frente con solvencia a la amenaza insurgente que, sin embargo, se desintegraron de forma súbita durante el asalto del Estado Islámico.

Es importante indicar que Mosul y el norte de Irak poseen su propia historia y su contexto de agitación insurgente, en la que el asalto del Estado Islámico de 2014 es solo el último episodio. Este artículo aborda el periodo inmediatamente posterior a la invasión norteamericana de Irak que, salvo un corto lapso de tiempo tras el derrocamiento en 2003 del régimen de Sadam Husein en Bagdad, se caracterizó por la amenaza constante ejercida por una insurgencia creciente y en desarrollo. Los grupos resistentes y sus ataques, inicialmente esporádicos y raras veces organizados, se fueron volviendo cada vez más metódicos y sofisticados conforme la Operación Libertad Iraquí se prolongaba a lo largo de los años. Las meras cifras demuestran el aumento del fenómeno en todo Irak: a finales de 2003 se estimaba en 5000 combatientes y en 2005 había aumentado hasta 40 000 efectivos entregados a la causa, más otros 200 000 voluntarios y combatientes a tiempo parcial.

A mediados de 2003, el norte de Irak despuntaba como foco de resistencia a la ocupación norteamericana. Mosul y Tal Afar constituían los dos principales núcleos urbanos insurgentes en el norte, de los que el primero era el más importante. Mosul, la tercera mayor ciudad de Irak, con una población estimada de 1,8 millones de habitantes y situada a unos 400 km al norte de Bagdad, es conocida como la “Perla del Norte”; ha sido durante siglos un centro mercantil que conectaba Turquía, Irán, Siria y Asia Central, y tiene una larga historia como crisol de culturas, etnias y religiones. En el Irak moderno, Mosul se asienta a caballo sobre una especie de línea divisoria entre etnias: al norte y al este, hasta las fronteras de Turquía e Irán, el grupo étnico principal son los kurdos; al oeste, la mayoría es árabe suní con otras minorías como los turcomanos o los yazidíes. La ciudad sirvió como base de operaciones del Ejército iraquí para reprimir los repetidos levantamientos kurdos durante la segunda mitad del siglo XX hasta que, con el respaldo de las garantías de seguridad estadounidenses, la Unión Patriótica del Kurdistán y el Partido Democrático del Kurdistán comenzaron a administrar a partir de 1996 los territorios kurdos en el norte de Irak sin interferencias de Bagdad. Los dos principales grupos étnicos de Mosul son los árabes suníes (60 %) y los kurdos (30 %) –con significativas minorías turcomanas, cristianas asirias y armenias– y el río Tigris, que atraviesa la ciudad, sirve de divisoria entre ambos sectores étnicos, con los principales barrios kurdos en la margen oriental y los árabes suníes en la occidental. Pese a que ambas comunidades han convivido y se han entremezclado durante siglos, las consecuencias de la invasión y el surgimiento de la insurgencia han avivado las tensiones entre ellas; particularmente entre la población suní y kurda. Los primeros temían que los kurdos pretendieran dominar la ciudad e integrarla en el área que administraban, que se extendía hacia el este, y, tras la capitulación en abril de 2003, afloraron los enfrentamientos entre ambos. El régimen de Sadam había asentado árabes suníes en esta zona rica en petróleo y desplazado a los nativos kurdos y, al comenzar la invasión, muchos de los primeros huyeron apresuradamente ante el avance de las milicias kurdas.

La ubicación de Mosul, próxima a la frontera Siria, era un factor obvio para que la ciudad se convirtiera en un enclave privilegiado para la insurgencia, favorecido también por la orografía. El paisaje urbano ofrece un entorno propicio, con una población extremadamente densa y un laberinto serpenteante de calles y viejos edificios, mientras que los alrededores contienen numerosos bosques y arboledas, además de zonas pantanosas a ambas orillas del Tigris, que ofrecen una buena cobertura para ocultar campos de entrenamiento e instalaciones. Su tamaño permite que los diferentes grupos de la resistencia operen independientemente, colaboren o se enfrenten entre sí en función de la situación regional y del panorama político general. A comienzos de 2005, la resistencia lanzó una serie de violentos ataques suicidas contra mezquitas chiíes, lo que hacía pensar que los grupos islamistas suníes pretendían avivar la violencia sectaria, como en el resto de Irak.

La ocupación

Al comenzar la contienda, Mosul estaba defendida por los 30 000 hombres del V Cuerpo iraquí, aunque los informes de prensa indicaban que había cerca de 120 000 efectivos desplegados en los aproximadamente 400 km de frente en el sector Mosul-Kirkuk. En la primavera de 2003, Estados Unidos había tratado de desplazar tropas hasta el norte de Irak a través de Turquía; plan malogrado por la negativa del parlamento turco a permitir el tránsito de tropas norteamericanas por su territorio. Posteriormente, en marzo de 2003, Estados Unidos abrió el denominado frente norte aerotransportando fuerzas especiales a Suleimaniya, que avanzaron junto con la milicia kurda peshmerga hacia Mosul y Kirkuk, apoyados por ataques aéreos contra las posiciones iraquíes. El 11 de abril, el V Cuerpo se rindió a los combatientes kurdos y las fuerzas especiales norteamericanas entraron sin oposición en la ciudad, y la mayoría de los soldados iraquíes se desprendió de sus uniformes y se marchó a casa. Al igual que en Bagdad, afloraron los saqueadores que asaltaron bancos y el Museo de Mosul, del que desapareció la estatua del rey Sanatruces II, con dos milenios de antigüedad. La universidad también resultó un jugoso botín: los ordenadores del centro informático habían sido arrancados de sus enchufes y se podían ver vehículos cargados con mobiliario de oficina y material científico proveniente del campus. La caída de la ciudad en poder de las tropas norteamericanas demostró cómo Mosul suponía un potencial polvorín para los conflictos sectarios ya que, pese a no haber una resistencia significativa frente a los estadounidenses, se dieron una serie de enfrentamientos armados entre las comunidades suní, kurda, turcomana y cristiana inmediatamente después de la rendición de las tropas iraquíes.

El 14 de abril, las primeras fuerzas norteamericanas en llegar a la ciudad se toparon con protestas y disparos cuando los marines trataron de izar la bandera estadounidense en la oficina del Gobernador, en el centro de Mosul, y en la confusa refriega murieron 10 iraquíes, lo que suponía un mal presagio. A finales de mes, empezaron a llegar a Kirkuk y Mosul elementos de la 101.ª División aerotransportada que, bajo el mando del general David Petraeus, administraría este sector hasta enero de 2004. La 101.ª aerotransportada era una legendaria unidad del ejército, compuesta por 3 brigadas de combate (BCT), 2 de aviación y 1 de artillería, más 3 batallones de ingenieros y 1 adjunto de policía militar, por lo que podía hacer gala de una fuerza total de cerca de 17 000 soldados. La población de la ciudad reaccionó de forma dispar a su llegada; mientras los kurdos lo hicieron con entusiasmo, los iraquíes suníes-baasistas parecían más inquietos. Era una población fuertemente arraigada en Mosul y de la que provenían hasta 100 000 hombres y 1000 generales y oficiales de alto rango del Ejército iraquí desmovilizados, motivo por el que, tras la ocupación, un habitante de la ciudad declaró de forma clarividente a un periodista que el “partido Baas, la Guardia Republicana y los fedayines aguardan en sus casas”.

Los primeros ataques registrados contra tropas norteamericanas tuvieron lugar a finales de abril, cuando las posiciones en la orilla occidental recibieron fuego sostenido de ametralladoras y armas ligeras, en los que se informó de cuatro insurgentes muertos. La 101.ª aerotransportada se afanó en apaciguar las tensiones locales alistando antiguos mandos del Ejército iraquí e incluso convocando unas elecciones extraordinarias, a principios de mayo, para elegir un consejo municipal de 24 miembros que se hiciera cargo de las funciones administrativas. Se puso en marcha en seguida una academia de policía para reconstruir las fuerzas de seguridad locales y una oficina de empleo orientada al antiguo personal militar; sin embargo, como muestra de lo que estaba por llegar, en junio se desataron choques en el casco urbano entre soldados norteamericanos y soldados iraquíes desempleados y, a comienzos de julio, se informó de emboscadas en el sur de Mosul a convoyes estadounidenses por parte de insurgentes armados con RPG y fusiles de asalto Kalashnikov. A pesar de estos ataques esporádicos, el norte de Irak representaba para algunos un éxito de la iniciativa norteamericana de construcción nacional tras el conflicto: los intercambios comerciales transfronterizos con Turquía se restablecieron rápidamente y los iraquíes se instalaron en numerosos puestos del gobierno local. La 101.ª iba a emplear 17 millones de dólares en fondos de reconstrucción.

Sin embargo, fuera cual fuese el éxito de esta división, no contuvo el incremento inexorable de la violencia, que fue ganando incesantemente en intensidad en torno a Mosul al igual que en el resto del país. Entre la primavera y el verano de 2003 afloraron muestras amenazantes de lo que iba a suceder. A principios de junio, cientos de soldados iraquíes desmovilizados se concentraron en el centro de Mosul protestando por no haber cobrado y cinco soldados estadounidenses resultaron heridos en enfrentamientos callejeros durante los dos días de protestas. Por esas fechas, las tropas informaron haber recibido fuego de francotirador durante sus patrullas por la ciudad, luego sucedieron las primeras emboscadas a fuerzas norteamericanas y, en noviembre, los insurgentes ejecutaron su primer ataque contra convoyes americanos con artefactos explosivos improvisados (IED, Improvised Explosive Devices).

Ese mismo mes, empezaron a usar las mismas tácticas brutales que en otras partes del país: la intimidación y el asesinato de colaboradores iraquíes. Convirtieron en objetivos preferentes a los intérpretes al servicio de los periodistas y norteamericanos, al considerar que ofrecían una cobertura favorablemente sesgada. En septiembre, habían matado a Sana Toma Suleiman, subdirector del departamento de productos petrolíferos de la North Oil Company para la provincia de Nínive, cuando cogía su coche para ir a trabajar; en octubre, fue asesinado el responsable del centro de adiestramiento militar iraquí y también tuvieron lugar ataques contra las oficinas de los partidos kurdos; ya a principios de noviembre, unos pistoleros asesinaron al juez Ismail Yusuf, presidente de la audiencia de Mosul, hirieron gravemente a Muhammad Zebari, presidente de la Mosul Northern Oil Company, y decapitaron al decano de la facultad de derecho. Como muestra del incremento de su capacidad, la insurgencia derribó dos helicópteros Black Hawk a finales de noviembre, matando a 17 soldados estadounidenses. Los atentados suicidas comenzaron a principios de 2004, cuando la 101.ª se preparaba para retirarse: en enero, atacaron la base de la división cerca de Tal Afar hiriendo a 60 soldados en el ataque; a principios de febrero, un suicida logró atravesar la barrera de protección de una comisaría, matando a 9 policías iraquíes e hiriendo a otros 45. Este patrón continuó durante el resto del año con ataques tanto contra las fuerzas norteamericanas como sobre cualquier iraquí acusado se colaborar con la ocupación.

La insurgencia

Durante el otoño de 2003, surgieron las líneas maestras de la estructura organizativa de las distintas insurgencias en Mosul y su entorno, que perdurarían en los próximos años. En una entrevista con los medios, el teniente coronel Daryl Reyes, oficial jefe de inteligencia de la 101.ª División, identificó a varios de los grupos operativos en el norte de Irak. Los baasistas habían creado al menos dos organizaciones insurgentes: al-Rifah (“Prosperidad”), formada por militares de alto rango, y otra llamada al-Awdah (“El regreso”), compuesta por antiguos miembros del partido Baas. Los grupos islamistas también se habían organizado: en la ciudad se detectó uno denominado Ejército de Mahoma, y en un suburbio pobre llamado Hamman Alil apareció una filial de los Hermanos Musulmanes que estaba alentando los sentimientos antiamericanos, según declaró a un periodista un predicador musulmán encarcelado por el régimen de Sadam por sedición, quien también afirmó que “cuanto más tarde [Estados Unidos] en levantar Irak, más difícil le resultará […] Los que llevan a cabo las operaciones contra los norteamericanos son aquellos que perdieron su trabajo. Mosul es como un pequeño Bagdad”.

Uno de los grupos más violentos que apareció a finales de 2003 fue Ansar al-Islam, que ya llevaba mucho tiempo operando en las remotas regiones nororientales de Irak y cuyos intentos de establecer unidades de mando y control en la ciudad fueron detectados por la 101.ª División. Posteriormente, conseguirían notoriedad al reivindicar dos importantes ataques en Mosul: uno suicida contra la cantina de la Base Avanzada de Operaciones (FOB) norteamericana de Marez en enero, que se cobró 22 muertos y 60 heridos; y la decapitación de 12 trabajadores nepalíes en agosto de 2004. Ansar subió triunfalmente a un sitio web los espantosos vídeos de los asesinatos junto a alegatos sobre que los nepalíes estaban “luchando al servicio de judíos y cristianos contra los musulmanes” y “consideraban a Buda su dios”. La participación de grupos islamistas en la insurgencia también se reflejó en el aumento de los ataques a iglesias cristianas y de otras confesiones. Siguiendo una táctica desplegada en otras partes de Irak, un grupo fundamentalista islámico, denominado Consejo Islámico de Mosul, distribuyó desde las mezquitas en el sector suní del oeste de la ciudad sus cartas a las “Novias de la Yihad”, que instaban a las mujeres a casarse con yihadistas extranjeros y solicitaba que se incluyera en una lista para el Consejo los nombres de las mujeres casaderas.

La violencia en Mosul alcanzó un punto álgido en noviembre de 2004, mientras las tropas norteamericanas llevaban a cabo el asalto a Faluya, en la provincia de Anbar. El 12 de noviembre, unos 500-1000 insurgentes atacaron las comisarías de policía de Mosul y sitiaron las sedes políticas kurdas, poniendo fin a la presencia policial en buena parte de la ciudad. Los funcionarios norteamericanos quedaron conmocionados por la magnitud de los ataques y algunos testigos aseguraron que muchos de los policías se habían unido a los insurgentes. Lo cierto es que 3200 de los 4000 policías de Mosul abandonaron su puesto durante los ataques, mientras los milicianos saqueaban al menos seis comisarías y camiones repletos de combatientes armados campaban libremente por la ciudad durante dos días.

mapa batalla de Mosul 2004

Mapa de la batalla de Mosul, 8-16 de noviembre de 2004. Pincha en la imagen para ampliar. © Desperta Ferro Ediciones.

Las milicias peshmerga participaron en sucesivos tiroteos contra los insurgentes en los puentes sobre el Tigris para mantenerlos alejados de los barrios kurdos en la parte oriental de la ciudad y las tropas norteamericanas libraron duros combates con grupos de hasta 50 combatientes. Para el 17 de noviembre, las tropas estadounidenses y los peshmerga habían reducido las zonas ocupadas y, a finales de mes, las fuerzas kurdas detuvieron a Muhammad Khieri Bahawi, antiguo jefe de policía de Mosul, bajo la sospecha de colaborar con los insurgentes. En ese momento llevaba consigo 600 000 dólares. Tras los ataques quedó patente que las filiales de Abu Musab al Zarqaui se habían asentado en Mosul y algunos informes de prensa indicaban que el propio al Zarqaui había llegado a la ciudad huyendo de la ofensiva estadounidense en Faluya. Durante las semanas posteriores a los combates, empezaron a aparecer cadáveres atados y amordazados, ejecutados y abandonados en lugares públicos; una de las tácticas favoritas de sus grupos. Los sitios web vinculados a al Zarqaui comenzaron a reivindicar públicamente las atroces ejecuciones y decapitaciones sucedidas en la ciudad a finales de 2004.

Tras las batallas por Faluya y el surgimiento en la provincia de Anbar del Movimiento del Despertar [N. del T.: milicias tribales de autodefensa surgidas bajo el patrocinio de Estados Unidos], muchos combatientes suníes convirtieron Mosul en su nueva base de operaciones y se estimaba que entre 500 y 700 combatientes de al Zarqaui se dirigieron hacia la ciudad. Hasta este momento, la evolución de la insurgencia en Mosul reproducía en cierto modo la tendencia de otros lugares, puesto que los baasistas y los islamistas suníes extremistas se unieron inicialmente en su oposición a la ocupación, pero después divergieron en sus objetivos. A finales de 2004, Ansar al-Sunna emergió como el grupo yihadista dominante y se creía que su líder principal, Mohammed Sharkawa, dirigía varios cientos de milicianos. Sharkawa propugnaba la creación de un estado en el norte de Irak inspirado en el ejemplo de los talibanes, lo que reflejaba sus creencias salafistas. La otra parte de la insurgencia en Mosul era casi unánimemente laica y estaba compuesta por antiguos baasistas, cuyos dos principales grupos se financiaban para costear las operaciones con los cargamentos de dinero en efectivo provenientes de Siria.

Los límites de la contrainsurgencia

Los esfuerzos estadounidenses de proporcionar seguridad se vieron obstaculizados por la falta de tropas. Tras la salida de la 101.ª División en enero de 2004 y su relevo por la 2.ª Brigada de combate Stryker (SBCT) de la 3.ª División de infantería –una fuerza tres veces menor que la 101.ª–, la propia extensión de la zona complicó notablemente los esfuerzos contrainsurgentes. Estaba claro que los insurgentes habían aprovechado la reducción de las fuerzas norteamericanas, agravada por el despliegue de la 2.ª SBTC en varias operaciones fuera de la provincia. En enero de 2005, los mandos norteamericanos se lamentarían de que la escasez de tropas en el norte de Irak había paralizado su capacidad para controlar la insurgencia pero, al menos, a finales de 2004 su fuerza casi se había doblado en el norte de Irak, hasta alcanzar aproximadamente los 11 000 efectivos, mientras trataban de reunir fuerzas para proporcionar seguridad ante las elecciones de enero de 2015.

Stryker Mosul

El cabo primero Kyle Shelton cubre a sus compañeros de la Compañía C, 4/23.er Batallón (172.ª SBCT) en una operación de búsqueda en las calles de Mosul, en noviembre de 2005. De acuerdo con el programa de rotación de unidades del Departamento de Defensa para Irak, la 172.ª Stryker, se desplegó según la 4.ª rotación (OIF-4), anunciada en diciembre de 2004 y que se aplicó a esta unidad a mediados de 2005, para dar relevo a la 1.ª SBCT en la ciudad de Mosul. Foto tomada por el sargento James Harper. U. S. Air Force, Department of Defense.

La ruptura de los vínculos entre las fuerzas de la Coalición y la población de Mosul en 2004 estuvo propiciada por dos rotaciones de tropas. En febrero se produjo el relevo de la 2.ª Brigada de 101.ª aerotransportada por la 3.ª SBCT (2.ª División) de la Task Force Olympia. Esta fuerza fue incapaz de proporcionar la misma solidez que la anterior, lo que limitó la posibilidad de interactuar a gran escala con las comunidades locales que trataba de vigilar. El contingente norteamericano se concentró en dos bases principales, una al norte y otra al sur de la ciudad, lo que significaba que las fuerzas estaban descentralizadas; una práctica que posteriormente se haría común a lo largo de la guerra.

La última rotación de 2004 se dio entre la 3.ª SBCT (2.ª División) y la 1.ª Brigada de la 25.ª División de infantería. Para finales de julio, solo había 6 compañías operando en Mosul, así que la situación era simple: las fuerzas de la Coalición no eran suficientes para consolidar el éxito previo de las operaciones de 2003. Las bajas civiles aumentaron a lo largo de 2004 –salvo en junio y noviembre– dado que los insurgentes se habían marcado las comisarías de policía como objetivos. Gracias a su capacidad para recabar información y alienar a la población de la administración local, los grupos atacaban directamente al gobierno de la ciudad.

Con menos tropas, la coalición no podía mantener la interacción con la población y con un cuerpo de policía adiestrado, y la confianza en la administración local se desintegró conforme crecía la presión insurgente en toda la ciudad. A principios de 2005, Mosul era una población asediada por la insurgencia: la perspectiva de que no se pudieran celebrar unas elecciones para enero de 2005 motivó decisivamente el aumento de la prioridad por parte de la Coalición del apoyo a Mosul. Tras una intensa campaña de seis meses de contrainsurgencia urbana, llevada a cabo por una brigada reforzada norteamericana y militares y Comandos Especiales de la Policía iraquíes, Mosul finalizó de nuevo el año en proceso de reconstrucción.

Bibliografía

  • Cordesman, A.; Davies, E. (2007): Iraq’s Insurgency and the Road to Civil Conflict. (Portsmouth: Praeger)
  • Hamilton, E. (2008): “The Fight For Mosul: 2003-2008”, Institute for the Study of War, Weekly Standard.
  • Kaplan, R. D. (2006): “The Coming Normalcy”, The Atlantic, 1 de abril.

James A. Russell es profesor asociado del Departamento de Seguridad Nacional de la Naval Postagraduate School. Es doctor en estudios militares por la University of London y cuenta con un máster en asuntos internacionales por la University of Pittsburgh. Entre 1988 y 2001 ha ocupado diversos puestos en la Oficina del asistente al secretario de Defensa para asuntos de Seguridad Internacional. Articulista y comentarista en revistas científicas y medios de comunicación, sus últimas obras son, como coeditor, Military Adaptation in Afghanistan (SUP, 2013) e Innovation, Transformation and War: US Counterinsurgency Operations in Anbar and Ninewa Provinces, Iraq, 2005-2007 (SUP, 2011). Actualmente trabaja en un libro sobre el ciclo de aprendizaje de las unidades norteamericanas en Afganistán.

Este artículo apareció publicado en el Desperta Ferro Contemporánea n.º 9 como adelanto del siguiente número, el Desperta Ferro Contemporánea n.º 10: Insurgencia en Irak.

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