Esponsiano moneda

Moneda de oro relativa al supuesto emperador Esponsiano con la inscripción «IMP SPONSIANI».

La prensa ha hecho eco de una publicación científica reciente en la que se anuncia el descubrimiento de un emperador romano desconocido hasta la fecha. Su nombre sería el de Esponsiano (Sponsianus) y habría reinado únicamente en la región de Dacia (la moderna Rumanía) en algún momento de mediados del siglo III d. C. Ningún autor coetáneo menciona la existencia de este emperador, ni tampoco aparece reflejado en la epigrafía. La evidencia que permite sustentar esta hipótesis son varias monedas compradas por el inspector de la colección de medallas de Viena en 1713 y presuntamente halladas en Transilvania (Rumanía).

Expertos numísmatas decimonónicos como Henry Cohen analizaron su iconografía y dictaminaron que debían de tratarse de falsificaciones. Por su parte, los autores del reciente trabajo arguyen, tras analizar uno de los ejemplares, que la existencia de rasguños y desgastes en la superficie sugerirían que se mantuvo en circulación durante cierto tiempo, y también señalan la presencia de sulfatos en superficie como evidencia de que estuvo enterrada durante largo tiempo. Ello les lleva a concluir, finalmente, que la moneda es auténtica, en cuyo caso Esponsiano no sería sino una suerte de príncipe local que gobernaría una suerte de Dacia autónoma, desgajada ya del Imperio romano.

Ahora bien, además del hecho de que ninguna otra fuente de la época mencione a este emperador, queda otro problema por resolver. Y es que el reverso de la moneda es idéntico en todo, salvo en la leyenda, a un denario romano republicano acuñado en el año 135 a.C. Es decir, ¡casi 400 años antes de la existencia del supuesto Esponsiano! Para apreciar la enorme distancia, sería equiparable a la acuñación de una moneda que por un lado representa un euro moderno, mientras que por el otro es un maravedí de Felipe IV.

Denario republicano

Denario republicano (135 a.C.) semejante a la moneda de Esponsiano.

Además, el prototipo republicano (acuñado por Cayo Minucio Augurino), representa un monumento dedicado a uno de sus ancestros (Lucio Minucio Esquilino Augurino). Es decir, un asunto privado, propio de la familia Minucia, y que probablemente ya no significara nada para la aristocracia de la Dacia del siglo III d.C.

Sabemos que en la Edad Moderna se fabricaron muchas falsificaciones de monedas romanas –particularmente famosas serían las de Giovanni da Cavino, en el siglo XVI, a menudo indistinguibles de las originales– y que se vendían a buen precio, por lo que existía un fuerte aliciente para la impostura. Ahora bien, si este fuera el caso de la moneda de Esponsiano, resultaría extraño que el falsificador hubiera inventado un falso emperador, pues ello aumentaría la sospecha de fraude. Ahora bien, también se puede argüir exactamente lo contrario, y es que en un momento en el que proliferaban las falsificaciones y la demanda de monedas era alta, no sería de extrañar que un falsificador inventara un emperador misterioso para impresionar a sus clientes y obtener mayor rédito.

Mientras no se resuelvan estas cuestiones será difícil dar un dictamen seguro acerca de la autenticidad o no de estas monedas. Por lo mismo, lo prudente quizá sea esperar a que se acumulen más pruebas y, mientras tanto, mantener un sano escepticismo.

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