La batalla del Jarama

Desperta Ferro Contemporánea

n.º 55
Enero 2023
La batalla del Jarama 1937 Guerra Civil
7,50€IVA incluido

Estancadas las ofensivas para tomar Madrid, las fuerzas franquistas atacaron para cortar la última vía de comunicaciones importante de la capital, la carretera de Valencia. No eran los únicos que habían centrado sus estrategias en aquel sector. El alto mando del Ejército Popular de la República había elegido esa misma zona para desencadenar un ataque que aligerara el medio cerco que estrangulaba a la ciudad. En la mañana del 6 de febrero el general Varela dio la orden de ataque adelantándose a los planes del general Pozas. Su objetivo estaba en Arganda, Morata de Tajuña y Alcalá de Henares, pero para ello primero tenían que cruzar el Jarama. Al principio el progreso fue sustancial, las alturas al oeste del río cayeron con rapidez y el propio cauce fue cruzado por el puente de Pindoque gracias a un audaz golpe de mano, pero poco a poco la ofensiva se estancó. A pesar de las rencillas entre los generales republicanos Pozas y Miaja, empezaron a llegar refuerzos, incluidas algunas de las fuerzas más belicosas con que contaba la República, las Brigadas Internacionales. Mientras en los cielos se desarrollaba un intenso combate aéreo, en tierra, entre los olivares, pasaron a la historia lugares como el espolón de Rivas, la casa de la Radio, la colina del Suicidio o el Pingarrón. Atacando una y otra vez, defendiendo con tenacidad, españoles de todas las ideologías, marroquíes e internacionales derrocharon valentía, murieron y fueron heridos. Finalmente, la batalla del Jarama se detuvo sin que nadie se alzara con la victoria. Madrid no había sido estrangulada y la guerra estaba a punto de trasladarse a otro lugar, Guadalajara.

Madrid. Estrategias enfrentadas por Hernán Rodríguez Velasco

Madrid. Estrategias enfrentadas por Hernán Rodríguez Velasco

A comienzos de 1937, el fracaso del golpe de Estado de julio del año anterior había derivado claramente en una guerra civil. Ya no había dudas del posicionamiento de cada bando o de las ayudas internacionales que asistían a cada uno. Lo que no se había producido aún era una batalla en campo abierto digna de ese nombre. Las tropas rebeldes habían tenido éxitos parciales en algunas zonas del país, pero su fracaso era evidente en las ciudades más pobladas y en las zonas industriales (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Gijón). Ante tal situación, sus mandos determinaron que la conquista de la capital tendría que ser el objetivo que revirtiera este fracaso inicial. Así, una vez a las puertas, las tropas sublevadas, desgastadas tras tres meses de avance, abrieron una nueva etapa en el conflicto. Como afirma Carlos Engel, “si la capital caía antes el próximo embate la guerra habría terminado, pero si no era así el fin de la contienda se alejaba por mucho tiempo”.

La División Reforzada de Madrid por Roberto Muñoz Bolaños (IUGM (UNED), Universidad del Atlántico Medio)

La División Reforzada de Madrid por Roberto Muñoz Bolaños (IUGM (UNED), Universidad del Atlántico Medio)

El 5 de diciembre de 1936, Franco –generalísimo de los sublevados desde el 1 de octubre–, atendiendo a la sugerencia de Mola de embolsar la capital atacándola por los flancos, tomó la decisión de crear el Cuerpo de Ejército de Madrid, bajo el mando de Saliquet, compuesto por las divisiones de Ávila, Soria, la Brigada de Cáceres y la División Reforzada de Operaciones sobre Madrid y Cuenca del Tajo. El cuartel general de la última de estas unidades se estableció en Navalcarnero y para mandarla, el jefe del Estado sublevado eligió a uno de los generales de su máxima confianza: Luis Orgaz Yoldi. Su jefe de Estado Mayor fue el teniente coronel Luis Madariaga Espinosa. Inicialmente, su conformación era similar a la de una división orgánica, estando divididas sus fuerzas en tres brigadas: la 1.ª y la 2.ª integradas por las fuerzas que operaban en los frentes sur y oeste, a las órdenes del general Varela y del coronel José Monasterio, respectivamente, y la 3.ª, formada por las unidades que cubrían las líneas del Jarama y del Tajo bajo el mando del coronel Anatolio Fuentes.

Asalto al Jarama por David Alegre Lorenz (Universitat Autònoma de Barcelona)

Asalto al Jarama por David Alegre Lorenz (Universitat Autònoma de Barcelona)

El plan original de los sublevados preveía un ambicioso movimiento en forma de arco desde el sur hacia el este de Madrid cuyo objetivo era estrangular a las fuerzas republicanas que defendían la capital cortando por completo su vital conexión con Valencia. Las líneas maestras para el diseño de la operación fueron entregadas por el cuartel general de Franco el 19 de diciembre de 1936, durante los primeros compases de los combates por la carretera de La Coruña. En una primera fase se pretendía romper el frente enemigo y atravesar el río; en segundo término, la conquista de Arganda y Morata de Tajuña, 25 km al este; finalmente, en una tercera fase las fuerzas rebeldes habrían de virar hacia el norte para cercar la capital tomando Alcalá de Henares, a otros 25 km de distancia. Situándose en el mejor de los escenarios, el 22 de enero Emilio Mola, comandante del Ejército del Norte, preveía que una rápida conclusión de la batalla sobre el Jarama y Alcalá de Henares permitiría liberar tropas para empeñarlas en otros escenarios.

Batalla aérea sobre el valle del Jarama por Michael Alpert (University of Westminster)

Batalla aérea sobre el valle del Jarama por Michael Alpert (University of Westminster)

Mientras que los Ju-52, lentos bombarderos, eran vulnerables a los ataques de los cazas rusos, y los He-51 alemanes tampoco estaban a la altura incluso pilotados por aviadores tan capaces como Joaquín García Morato, Julio Salvador, Narciso Bermúdez de Castro y Ángel Salas, todos ellos profesionales con muchas horas de vuelo, es posible que para el mes de febrero de 1937, durante la batalla del Jarama, el avión de caza más efectivo de que disponía la aviación franquista fuera el italiano CR-32  fabricado por Fiat y llamado “Chirri” por los españoles. El único avión del que dispuso la aviación republicana capaz de rivalizar con el “Chirri” fue el caza francés Dewoitine D.372, del que llegaron unos pocos ejemplares a Barcelona, volando desde Toulouse, el 8 de agosto de 1936, pero sin armamento, y aunque un piloto profesional que conociera sus particularidades podía sacar ventaja del Dewoitine, a diferencia de lo que sucedió con los aviones alemanes e italianos, estos aparatos no vinieron con tripulantes avezados a los mandos, lo que provocó que algunos de ellos acabaran inutilizados por accidentes sufridos al aterrizar.

El Batallón Británico y la Colina del Suicidio por Jesús González de Miguel

El Batallón Británico y la Colina del Suicidio por Jesús González de Miguel

Las tropas de Asensio acababan de pasar el río Jarama por el puente de San Martín de la Vega y se dirigían hacia la meseta que tenían delante dispuestas a flanquear el ala izquierda republicana y llegar a Morata de Tajuña. Un grupo de trabajadores metidos a soldados, en su mayoría de nacionalidad británica, se iban a interponer en su camino, pero pagando un precio muy alto. Eran el Batallón Británico de la XV Brigada Internacional, casi recién formado, y el lugar del combate iba a pasar fatídicamente a la historia como la Colina del Suicidio de la batalla del Jarama. Allí estaba la compañía de Harry Fry, que había llegado a la zona de combate con sus ocho ametralladoras Maxim y la munición equivocada. Podían ver a sus enemigos moros acercarse, desplegarse enfrente de ellos como auténticos profesionales y todo lo más que podían hacer era mandar a por las balas correctas y aguantar, empleándose como fusileros durante las próximas siete horas, que iban a hacerse eternas.

El abastecimiento de Madrid. Entre el frente y la retaguardia por Ainhoa Campos Posada (Universidad Complutense de Madrid)

El abastecimiento de Madrid. Entre el frente y la retaguardia por Ainhoa Campos Posada (Universidad Complutense de Madrid)

Durante la Guerra Civil, Madrid experimentó una situación extraordinaria. Prácticamente rodeada por las tropas enemigas, parte de la ciudad era frente de guerra. En su interior, los habitantes se enfrentaban no solo a los ataques aéreos, sino también a uno de los problemas principales de la retaguardia: el del abastecimiento. Las colas, el encarecimiento de algunos productos y la desaparición de otros y las discusiones en prensa acerca de los problemas de suministro eran realidades cotidianas para los madrileños meses antes de que las tropas de Franco se acercaran a las puertas de la ciudad. El Ayuntamiento, responsable principal del abastecimiento, emprendió la elaboración de cartillas de racionamiento en septiembre. Mientras, el Gobierno de la República improvisó un esquema organizativo para el abastecimiento de la retaguardia con la creación de una Comisión Nacional de Abastecimientos y el establecimiento de comisiones provinciales dependientes de esta para centralizar la cuestión.

El contraataque republicano por Ángel Aparicio Cámara

El contraataque republicano por Ángel Aparicio Cámara

“Se ha iniciado la ofensiva por nuestra parte. Nuestras fuerzas han atacado por el sector sur del río Jarama, al mismo tiempo que otra de nuestras columnas atacaba la Marañosa. Nuestras fuerzas han atacado valientemente y con un espíritu elevadísimo. […] Hasta el momento actual los facciosos iniciaban la ofensiva, mientras que nosotros nos limitábamos a contenerlos. Ahora, no. Ahora somos nosotros quienes hemos iniciado la ofensiva, y a ellos, en cambio, les toca el tratar de contenerla”. El general Miaja realizó estas declaraciones en una reunión con periodistas celebrada a mediodía del 17 de febrero de 1937. En ella daba cuenta del inicio del esperado contraataque republicano en la batalla del Jarama, después de su nombramiento como mando único de las operaciones durante la tarde del día 15.

Jarama. Arqueología de una batalla por Luis A. Ruiz Casero – Incipit-CSIC

Jarama. Arqueología de una batalla por Luis A. Ruiz Casero – Incipit-CSIC

Identificar las sutiles trazas arqueológicas de la batalla del Jarama de febrero de 1937 es, en consecuencia, muy complicado. Afortunadamente, contamos con una serie de ventajas. Por un lado, el entorno físico donde se libraron los combates fue un foco de interés desde muy temprano para los excombatientes, un auténtico “lugar de memoria”. Primero para los franquistas, donde el Pingarrón adquirió un estatus mítico, que lo emparentaba con otros hitos de la cruzada, como el Alcázar de Toledo o el santuario de Santa María de la Cabeza. Después para los veteranos republicanos que visitaban la zona tímidamente, sobre todo en los últimos años de la dictadura y en los primeros de la democracia. Las colinas peladas y los olivares del Jarama poseían un especial significado emotivo para los viejos brigadistas internacionales. Unidades como el Batallón Lincoln habían recibido allí su sangriento bautismo de fuego.

Opiniones de los lectores

Productos relacionados

Otras novedades que podrían interesarte