Pierre Lepoivre asedio de Mons fortificaciones guerra de flandes

Disposición del ejército de… Fernando, duque de Alba, y la representación del ejército del príncipe de Orange y otros protestantes [Asedio de Mons en julio de 1572]. Elaborado en Bruselas el 24 de junio de 1616, Pietro (Pierre) Lepoivre, arquitecto. Biblioteca Real de Bélgica, Bruselas © KBR – Ms. 19.611 (15). Plano en papel verjurado de 100 g de 57,6×48 cm incluido de regalo en el Desperta Ferro Historia Moderna n.º 50: El duque de Alba en Flandes. Pincha en la imagen para ampliar.

La vida y obra de Pierre Lepoivre, oficial del Ejército de Flandes y arquitecto civil, siempre leal a la Corona española, dejan patentes las grandes transformaciones que experimentaron la arquitectura y la ingeniería militares en el tránsito del siglo XVI al XVII, que alteraron de forma significativa el arte de la guerra.

Revolución militar y fortificación en Flandes

La modernización de las fortificaciones urbanas de los Países Bajos comenzó en 1534 con el envío por parte del emperador Carlos del ingeniero Frate da Modena, más conocido como Jacopo Seghizzi, que visitó y estudió las defensas de la frontera meridional de la provincia y proyectó nuevas fortificaciones en Bouchain, Avesnes y Le Quesnoy. En las décadas de 1540 y 1550, debido al desplazamiento del foco de la acción bélica del norte de Italia a los Países Bajos, se modernizaron los castillos medievales de Gravelinas, Renty y Namur, las murallas de Thionville, y se erigieron defensas urbanas en varias ciudades del sur: Mariembourg, Hesdin, Charlemont y Philippeville.[1] Todas estas obras se orientaban a la salvaguarda de los Países Bajos frente a un enemigo exterior. Sin embargo, a partir de la década de 1560, el creciente malestar social y la expansión del protestantismo dieron lugar a una nueva necesidad: la de consolidar y garantizar el control real sobre ciudades interiores levantiscas. El primero que lo planteó sin ambages ante Felipe II fue fray Lorenzo de Villavicencio, espía del rey en la provincia, que antes de la partida del duque de Alba para Italia señaló al monarca el remedio para sofocar los levantamientos populares que se estaban produciendo:

«[…] y esto no se puede hacer sin quitar las fuerzas á los naturales y fortificar tanto las de V. M. que ellos siempre sean subjetos, y […] quitarles las tierras fuertes, y los cargos de guerra, y dando los unos y los otros á españoles, y levantando castillos en las villas que no los tienen, y poniendo presidios españoles».[2]

En noviembre de 1566, poco después del fin de la furia iconoclasta, el duque de Alba defendió con éxito ante el Consejo de Estado de Felipe II la urgencia de erigir ciudadelas abaluartadas en las principales ciudades de los Países Bajos. La gobernadora Margarita de Parma se hizo eco de su opinión y, en verano de 1567, poco antes de la llegada del duque, aprobó la construcción de ciudadelas abaluartadas en Amberes, Valenciennes, Flesinga, Maastricht, ‘s-Hertogenbosch –o Bolduque–, Utrecht, Ámsterdam, Groninga y Nimega.[3] Margarita de Parma comisionó sendos proyectos para la más importante de estas ciudadelas, la de Amberes –la urbe más poblada y más rica de los Países Bajos–, a dos arquitectos de prestigio, el boloñés Francesco de Marchi y el flamenco Jacques van Oyen. Al ser sustituida la gobernadora por el duque de Alba, empero, el diseño y la construcción de la importante fortaleza recayó sobre los ingenieros militares del duque: Francesco Paccioto –artífice del diseño la ciudadela de Turín, entonces la más reputada de Europa– y Gabrio Serbelloni.

El diseño de Paccioto, tan parecido al de la ciudadela de Turín que se excusó en enviarle planos a Felipe II –“porque ya Su M. tiene los de Turin, que se hacen como aquellos”–, fue duramente criticada por Serbelloni y por otros hombres de confianza de Alba: Chappino Vitelli, maestre de campo general, y el también ingeniero Bartolomeo Campi. Sin embargo, el duque defendió el diseño escogido, de planta pentagonal con un baluarte en cada esquina, no solo por su solidez, sino también porque Paccioto logró ajustar el espacio de modo que fuese innecesario derribar un número excesivamente elevado de viviendas, cuando “á Cabrio Gervellon le parecía que se echasen por tierra un gran número de casas que valieran mas de un millón, lo cual [Paccioto] afirma que fuera disparate, pues él sin este gasto y daño ha crescido la plaza para mas de trecientas casas cómodamente”.[4]

Calificada en el siglo XVII como “sin duda, la obra de fortificación moderna más incomparable del mundo” por el inglés John Evelyn,[5] la ciudadela de Amberes marcó el inicio de una revolución en el arte de la fortificación en los Países Bajos y en toda Europa que alteró la manera en que se libraban las guerras. En palabras de Mahinder S. Kingra, a pesar de que en la década de 1590 la mayoría de las doscientas ciudades de los Países Bajos contaban todavía con defensas medievales, la rápida propagación de la traza italiana en la región “restauró y consolidó la supremacía de las estructuras defensivas en las guerras europeas, que las armas de fuego habían menoscabado de forma temporal”.[6]

ciudadela de Amberes fortificación Flandes

La ciudadela de Amberes en 1570 (ca. 1580-1635), grabado anónimo, Rijksmuseum, Ámsterdam.

Las plazas fuertes, algunas de ellas capaces de resistir meses de asedio, afirmaban el control del territorio, de sus recursos y sus vías de comunicación, lo que hizo de la de Flandes una guerra de asedios, como el propio Alba pudo constatar en 1572 y 1573, cuando su ejército se vio frenado durante meses ante las murallas de Mons y Haarlem y resolvió emplear una estrategia de terror calculado para ahorrar tiempo, hombres y recursos a las arcas reales. Así, al justificar el saco de Malinas, escribió Alba a Felipe II: “es muy necessario exemplo para todas las otras villas que se han de cobrar, por que no piensen que á cada una dellas sea menester yr el exercito de V. M., que seria un negocio infinito”.[7]

Pierre Lepoivre, vida y obra

Es en este contexto donde hace aparición Pierre Lepoivre, burgués natural de Mons que poco después de cumplir los veinte años regentaba ya su propio estudio de arquitectura. En 1567, a la llegada de las tropas españolas, fue requerido por el duque de Alba para colaborar al servicio de Paciotto, Serbelloni y Bartolomeo Campi en la dirección de las obras de las ciudadelas de Amberes y, poco después, de las de Groninga y Coevorden, que el duque ordenó erigir durante su campaña en Frisia en 1568.

Pierre Lepoivre

Autorretrato de Pierre Lepoivre con un compás, una regla y el plano de una fortificación abaluartada (ca. 1615-1622), Biblioteca Real de Bélgica, Bruselas. Lepoivre fue uno de los máximos exponentes del arte de la fortificación y la guerra de asedio en Flandes.

Al año siguiente, Pierre Lepoivre acompañó al conde Ernesto de Mansfeld a Francia con un cuerpo de tropas hispánicas que colaboraron con el Ejército Real francés en la lucha contra los hugonotes, y en 1572 y 1573 participó como ingeniero en los asedios de Mons y Haarlem. A la muerte de Luis de Requesens, en 1576, Lepoivre se mantuvo leal a la Corona a pesar de que dos familiares suyos habían sido ajusticiados por orden del Tribunal de los Tumultos, y continuó sirviendo en el Ejército de Flandes hasta la década de 1590. En 1579 ejerció de ayudante de Gabrio Serbelloni en el asedio de Maastricht, y en lustro siguiente fue asistente de los sucesivos ingenieros jefes de Alejandro Farnesio, Properzio Barozzi y Giovanni Battista Piatto.[8]

La responsabilidad de Pierre Lepoivre fue in crescendo, y pronto comenzó a dirigir proyectos por encargo de Farnesio. En 1581 construyó un fuerte en Outrijve a orillas del Escalda para controlar el tráfico marítimo entre las ciudades rebeldes de Tournai y Oudenaarde, y en 1583 fue artífice del fuerte pentagonal que forzó la rendición de Ypres. Por todo ello, en 1582 se vio obligado a cerrar su estudio de Mons ante la imposibilidad de atender simultáneamente proyectos civiles y militares. Sus servicios en la década siguiente se vieron recompensados del 16 de noviembre de 1593 cuando fue nombrado ingeniero y cartógrafo de la corte, además de maître artiste du roi, cargo por el que recibió un salario anual de 400 libras, más una asignación de 3 florines al día –luego elevados a 4–, por sus gastos de viaje.[9]

Tras la paz de Vervins con Francia (1598), Lepoivre volvió a alternar la arquitectura civil con la militar y proyectó y dirigió las obras de embellecimiento de las residencias de los archiduques Alberto e Isabel en Binche y Mariemont, donde erigió unos jardines inspirados en los de Aranjuez. También llevó a cabo reformas en el palacio de Coudenberg y en varias residencias nobiliarias como el Hotel de Croy y los castillos de Hoogstraten y Westerloo. Su último servicio en campaña acaeció en 1603, cuando participó en la defensa de Bolduque contra el ejército de las Provincias Unidas. Antes de retirarse en 1611 modernizó las defensas de Le Quesnoy, Landrecies, Avesnes y Philippeville, elaboró un nuevo diseño para las fortificaciones de Colonia y viajó al Franco Condado para inspeccionar las defensas de Dôle y Gray.

Cristóbal de Mondragón socorre Goes Pierre Lepoivre

Cristóbal de Mondragón socorre Goes (ca. 1615-1622), mapa de Pierre Lepoivre (1546-1626), Biblioteca Real de Bélgica, Bruselas.

Lepoivre dedicó los últimos años de su vida al arte y, entre 1615 y 1622, elaboró su obra cumbre, una compilación de 128 dibujos a tinta, coloreados con acuarelas, sobre distintos hechos de armas de la Guerra de Flandes (75), planos de fortalezas y ciudades (31) y mapas topográficos (12), todos ellos acompañados de sus correspondientes escalas, rosas de los vientos y leyendas minuciosas que ilustran y explican los sucesos representados. La obra fue presentada en 1624 a la archiduquesa Isabel y se conserva en la actualidad en la Biblioteca Real de Bélgica con el título Recueil de plans de villes et de châteaux, de fortifications et de batailles, de cartes topographiques et géographiques, se rapportant aux règnes de Charles-Quint, de Philippe II et d’Albert et Isabelle, 1585-1622.[10]

El detallismo y la precisión de estos mapas y vistas urbanas, amén de su sencilla pero elegante belleza, equiparan la obra de Pierre Lepoivre a la de otros ilustres cartógrafos al servicio de la Monarquía Hispánica como Jacob van Deventer y Christian Sgrooten. La elección de la vista correspondiente al asedio de Mons para nuestro regalo del Desperta Ferro Historia Moderna n.º 50: El duque de Alba en Flandes no es casual, pues se trata de la pieza más espectacular de la colección, mezcla de vista urbana y cartografía, así como la representación visual más detallada que existe sobre el sitio de Mons. No existe documento gráfico más valioso que esta colección para constatar hasta qué punto el arte de la guerra evolucionó en los últimos treinta años del reinado de Felipe II en una revolución que sentó las bases de la guerra moderna.

Àlex Claramunt Soto (Barcelona, 1991) es director de Desperta Ferro Historia Moderna, graduado en Periodismo y doctor en Medios, Comunicación y Cultura por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es autor de dos libros, Rocroi y la pérdida del Rosellón (HRM Ediciones, 2012), y Farnesio, la ocasión perdida de los Tercios (HRM Ediciones, 2014), coautor junto con el fotógrafo Jordi Bru del libro Los tercios, y coordinador del Cuaderno de Historia Militar n.º 2: Soldados de los tercios, además de diversas colaboraciones en obras colectivas. Ha formado parte del consejo editorial del Foro de Historia Militar el Gran Capitán, el principal portal en lengua española sobre esta temática, y ha trabajado varios años en el diario El Mundo como responsable de la sección de agenda en la delegación de Barcelona, coordinador de la sección El Mundo de China del suplemento Innovadores, y redactor web de dicha publicación.

Notas

[1] Van den Heuvel, C.; Roosens, B. (2000): “Los Países Bajos. Las fortificaciones y la coronación de la defensa del Imperio de Carlos V”, en Hernando Sánches, C. J. (coord.): Las fortificaciones de Carlos V. Madrid: Ediciones del Umbral, p. 587.

[2] Villavicencio, L. de. (1567): “Recuerdo del padre fray Lorenzo de Villavicencio sobre la consideración que se debe tener de lo que ha de hacer el duque en su entrada en Flándes”, en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, Vol. 37. Madrid. Viuda de Calero, p. 45.

[3] Van den Heuvel, C.; Roosens, B., op. cit., p. 597.

[4] Puntos de carta del Pachoto á Su Mj. De Anvers á 30 de noviembre de 1567, y de otra que escribe al duque en 6 de enero 1568, en Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, Vol. 37. Madrid. Viuda de Calero, p. 72.

[5] Evelyn, J.; Bédoyère, G. de la (2004): The Diary of John Evelyn. Woodbridge: Boydell Press, p. 40.

[6] Kingra, M. S. (1993): “The Trace Italienne and the Military Revolution During the Eighty Years’ War, 1567-1648”, The Journal of Military History, Vol. 57, No. 3, p. 434.

[7] El duque de Alba a Felipe II, Malinas, 2 de octubre de 1572, en Gachard, M. (ed.) (1851): Correspondance de Philippe II sur les affaires des Pays-Bas, II. Bruxelles-Gand-Leipzig: C. Muquardt, p. 283.

[8] Martens, P. (2014): “Pierre Lepoivre (c.1546-1626): architect, ingenieur, vestingbouwkundige en geograaf”, en Nationaal Biografisch Woordenboek, 21. Brussel: Paleis der Academiën., 657.

[9] Martens, op. cit., p. 658.

[10] Se puede consultar en línea en: [https://opac.kbr.be/Library/doc/SYRACUSE/15357226/recueil-de-plans-de-villes-et-de-chateaux-de-fortifications-et-de-batailles-de-cartes-topographiques?_lg=nl-BE#detail-holdings]

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