La caída de Málaga

Desperta Ferro Contemporánea

n.º 70
Julio 2025
Caída de Málaga 1937 guerra civil española
7,50€IVA incluido

En medio de un amplio saliente, encerrada entre las montañas y el mar, a primeros de 1937 Málaga esperaba su destino. Mientras sus dirigentes reclamaban tropas para defenderla y sus habitantes eran testigos de la purga de los desafectos al Gobierno republicano, los golpistas conquistaron Andalucía y rompieron el cerco de Granada, convirtiendo a la ciudad, mal armada y mal preparada para defenderse en medio del caos de aquellos meses, en el objetivo lógico siguiente. Los militares sublevados, que tenían claro que no podían dejar un saliente de esta entidad incrustado en sus líneas pero cuyos recursos estaban volcados en la toma de Madrid, poseían además la herramienta necesaria para reducirlo: los italianos. Mussolini se había mostrado dispuesto a apoyar a los sublevados desde el primer momento, enviando aviones, armas y, sobre todo, un nutrido contingente de tropas. Aquellos hombres, sobre todo sus oficiales, habían llegado a España con una doctrina moderna –la guerra célere–, un armamento con el que los franquistas tan solo podían soñar y cierta soberbia volcada en enseñar a sus aliados cómo se hacían las cosas. Málaga iba a ser su primer objetivo y su caída, su único triunfo rotundo en toda la Guerra Civil española, un logro cuyas consecuencias inmediatas serían la larga marcha de la muerte de los civiles hacia Almería y una nueva oleada de represión.  

Caída de Málaga: Andalucía en el ojo del huracán por Roberto Muñoz Bolaños (Universidad Camilo José Cela y Universidad del Atlántico Medio)

Andalucía en el ojo del huracán por Roberto Muñoz Bolaños (Universidad Camilo José Cela y Universidad del Atlántico Medio)

La directiva del 24 de junio de 1936 del general de brigada Emilio Mola Vidal, que recogía el diseño de una nueva línea de ataque sobre Madrid desde el sur liderada por el Ejército de Marruecos, ya indicaba la importancia de Málaga como lugar de desembarco de tropas, así como la necesidad de reforzar su guarnición para garantizar el orden público. Por su contenido sabemos no solo que la ciudad era un punto clave de la conspiración, sino también que “el Director” temía que su control no fuese sencillo por la adscripción izquierdista de la mayor parte de su población. Su práctico aislamiento del resto de la zona republicana, tendría dos consecuencias de enorme transcendencia: el desencadenamiento de una dinámica represiva que causó miles de muertos y una situación política anárquica que se prolongaría desde julio de 1936 hasta la caída de la ciudad el 8 de febrero de 1937, y que impidió que se pudiera crear un efectivo sistema defensivo.

Caída de Málaga. Ciudad republicana por Sandra Morón Roces (Universitat Autònoma de Barcelona).

Málaga. Ciudad republicana por Sandra Morón Roces (Universitat Autònoma de Barcelona)

Hasta su conquista en febrero de 1937, Málaga encarnó el símbolo de la resistencia y del fervor revolucionario en el espacio andaluz. En cuestión de horas, el golpe de Estado fue contenido, por lo que el día 19 de julio la ciudad amaneció controlada por las fuerzas leales a la República. Esta respuesta firme, sumada a la tradición política arraigada en el territorio y a las cotas de violencia alcanzadas durante las semanas y meses posteriores, acabaría valiéndole, desde el bando sublevado, el apelativo de “la Roja”. Lo cierto es que ya desde antes de la guerra la ciudad se había caracterizado por su fuerte presencia obrera y sindical, destacando como un bastión de hegemonía anarquista, aunque cada vez más influida por el rápido ascenso del comunismo. Esta tendencia claramente de izquierdas quedó reflejada en los resultados electorales desde el inicio de la Segunda República: en las elecciones de 1931 obtuvo el único concejal del PCE de toda Andalucía, mientras que en las de 1933, en pleno viraje hacia propuestas derechistas, venció la candidatura del Frente Único Antifascista, que llevó al Parlamento al primer diputado comunista de España, Cayetano Bolívar.

La I Brigata Volontari. El comienzo de la intervención italiana en España por Edoardo Mastrorilli (Universitat Autònoma de Barcelona)

La I Brigata Volontari. El comienzo de la intervención italiana en España por Edoardo Mastrorilli (Universitat Autònoma de Barcelona)

La Italia fascista envió las primeras ayudas a Franco a finales de julio de 1936, y en los meses iniciales consistieron principalmente en vehículos y algunos especialistas –aviadores y conductores de tanques–. Mussolini y Ciano estaban convencidos de que esto sería suficiente para asegurar la victoria a los generales rebeldes pero sus predicciones resultaron erróneas pues las tropas de Franco no pudieron aplastar rápidamente la resistencia republicana. En 1936, los principales centros urbanos e industriales españoles permanecían bajo control lealista, situación que llevó a que entre octubre y noviembre, en Roma se empezara a considerar la posibilidad de una intervención a mayor escala, que incluiría el envío de unidades combatientes compuestas por soldados y oficiales italianos. El 27 de noviembre de 1936, el propio ministro de Asuntos Exteriores, Galeazzo Ciano, informó a Franco de la necesidad de firmar un memorando de entendimiento para lanzar una intervención italiana a gran escala.

Las operaciones de cerco por Joaquín Gil Honduvilla

Las operaciones de cerco por Joaquín Gil Honduvilla

El fracaso de la sublevación militar en Andalucía, pero el control de las capitales de Sevilla, Córdoba, Cádiz y Granada, marcó el desarrollo de las operaciones en el frente sur. En los primeros meses de la guerra el general Gonzalo Queipo de Llano desarrolló una serie de operaciones militares que tendían a asegurar las comunicaciones entre las principales capitales andaluzas, extendiendo su dominio a través de las carreteras que las conectaban, procurando alejar el frente de estos vitales núcleos de población. Sabía que su principal problema se encontraba en la cuña republicana que se había formado en la provincia de Málaga y que no solo amenazaba con asfixiar la carretera general que unía Sevilla con Granada, sino que también ponía también en peligro al Campo de Gibraltar. La orografía de la región, amurallada detrás de un arco de montañas que la separaban del interior, la convertía en un baluarte difícil de conquistar. Formaba este muro defensivo parte de la cordillera Bética, compuesta de oeste a este por la sierra de Ronda, el Torcal de Antequera, y las sierras de Tejeda, de Cómpeta y de Almijara.

La conquista de Málaga por Luis Antonio Ruíz Casero

La conquista de Málaga por Luis Antonio Ruíz Casero

La ofensiva final sobre Málaga tomó a pocos por sorpresa. Las operaciones preliminares que llevaban teniendo lugar desde mediados de enero de 1937 dejaban pocas dudas a los responsables de la defensa de la ciudad andaluza acerca de las intenciones de sus enemigos. Cuando a finales de mes llegaron noticias de que los golpistas concentraban tropas numerosas y bien equipadas, quedó claro que la hora decisiva había llegado. Desde un punto de vista táctico, Málaga se encontraba en una situación precaria, en una bolsa republicana rodeada por territorio sublevado por tres de sus cuatro partes. Tenía el mar, dominado por la escuadra rebelde, a la espalda, y solo un estrecho corredor la comunicaba con el resto del territorio gubernamental a través de Motril. El quebrado terreno donde previsiblemente se iba a librar la batalla era un arma de doble filo. Por una parte, las sierras de Ronda, Antequera-Camarolos-Alhama y Almijara conformaban una suerte de muralla natural, en la que los asaltantes corrían el riesgo de estrellarse. Pero por otra, si conseguían tomarse los puertos más importantes y atravesar la divisoria, el camino quedaba prácticamente expedito, permitiendo alcanzar la ciudad rápidamente.

Éxodo. La huida por la carretera de Málaga a Almería por Jesús Majada Neila

Éxodo. La huida por la carretera de Málaga a Almería por Jesús Majada Neila

El éxodo de los malagueños en febrero de 1937, conocido popularmente como La Desbandá, fue uno de los crímenes más atroces cometidos durante nuestra Guerra Civil. Ante la llegada del ejército fascista, unas cien mil personas, tal vez más, abandonadas a su suerte por las autoridades civiles y militares, salieron huyendo de la ciudad en dirección a Almería temerosas de duras represalias. A lo largo de 200 km fueron perseguidas por unidades motorizadas italianas, ametralladas desde el aire por la Legión Cóndor y la aviación italiana, y bombardeada desde el mar por la Marina rebelde. Aquella barbarie permaneció silenciada y olvidada hasta 2004; pero desde entonces se ha convertido en el suceso mejor y más vivamente recuperado para nuestra memoria colectiva. Antes de dicho año los historiadores de la Guerra Civil prestaron poquísima atención a la huida por la carretera de Almería. Hugh Thomas, por ejemplo, escribió cuatro líneas, mientras que al bombardeo de Guernica le dedicó treinta. Tras la muerte de Franco, empezaron a aparecer valiosísimas publicaciones con relatos de lo ocurrido, pero apenas rebasaban el ámbito familiar. El silencio perduró más allá del franquismo y de la transición. Nadie parecía estar interesado en revelar lo sucedido.

Juicios, censura y dimisiones. Las consecuencias de la derrota por Fernando Hernández Sánchez (Universidad Autónoma de Madrid)

Juicios, censura y dimisiones. Las consecuencias de la derrota por Fernando Hernández Sánchez (Universidad Autónoma de Madrid)

La caída de Málaga el 8 de febrero de 1937 tuvo un efecto demoledor en la zona republicana después de dos meses en los que la moral se había robustecido al compás de la empecinada defensa de Madrid (noviembre-diciembre de 1936). La pérdida de la ciudad andaluza, que no pudo ser enjugada por el coetáneo empate en el Jarama (febrero de 1937) puso de manifiesto que los fundamentos de la euforia eran frágiles. Como toda catástrofe, generó la necesidad de buscar responsables y agravó las relaciones, ya dañadas de antemano, entre los distintos sectores que integraban la coalición frentepopulista. Málaga devolvió a la República a los días de la imprevisión, la desorganización y la desbandada. Fue todo un caos. Las críticas llovieron sobre el Gobierno y su presidente, el veterano líder socialista Francisco Largo Caballero. Como sentenció su correligionario Zugazagoitia, “el mito de Caballero estaba roto”. Indalecio Prieto, ministro de Marina y Aire intentó contactar con él durante toda la noche que precedió a la caída de la ciudad, sin resultado.

Las formas y los rostros de la represión por Manuel Morales Muñoz (Universidad de Málaga)

Las formas y los rostros de la represión por Manuel Morales Muñoz (Universidad de Málaga)

En las zonas que controlaron los insurgentes, la maquinaria represiva se puso en marcha al amparo de la conocida Instrucción reservada n.º 1 del general Mola, según la cual, la actuación había de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo. A partir de entonces, la persecución de militantes de unos y otros partidos y organizaciones, los juicios sumarísimos, las condenas a muerte y prisión, las ejecuciones, las vejaciones y el control y sometimiento de la quebrantada sociedad civil, fueron los factores en los que se asentó el régimen franquista. Teniendo en cuenta estas circunstancias, ¿cuál fue la situación en Málaga? En líneas generales, la intensidad de la represión fue mayor, hasta el punto de poder afirmar que aquí se llevó a cabo una auténtica masacre. De un lado, por lo que ello suponía de escarmiento frente a la resistencia que se opuso al levantamiento militar. Del otro, porque la provincia fue ocupada en los primeros meses de guerra, durante los que los sublevados dieron muestras de una gran crueldad.

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