Sekigahara 1600. El camino hacia la unificación del Japón samurái

Desperta Ferro Historia Moderna

n.º 77
Agosto 2025
Desperta Ferro Historia Moderna n.º 77 batalla de Sekigahara 1600 unificación del Japón samurái tokugawa ieasu
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De los tres unificadores de Japón, Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Tokugawa Ieyasu, fue este último quien supo combinar el genio militar y político con la visión para establecer un legado duradero. Tras morir Hideyoshi en 1598, con Japón enfrascado en la costosa invasión de Corea, su régimen se desmoronó con rapidez. Su heredero, Hideyori, era un niño de cinco años, y los cinco regentes que designó para que gobernasen durante su minoría de edad, poderosos daimios, o señores de la guerra, se observaban mutuamente con recelo. Tokugawa, otrora derrotado por Hideyoshi, supo aprovechar la ocasión. Una vez más, las huestes de samuráis y ashigarus se pusieron en marcha y Japón se convirtió en campo de batalla. En su marcha sobre Kioto, la capital del imperio, Tokugawa y sus fuerzas chocaron con el ejército de la coalición leal a Hideyori el estratégico cruce de caminos de Sekigahara, donde, una brumosa mañana de octubre, se decidió el futuro de la nación en la mayor batalla jamás librada en suelo de Japón. Merced al coraje de sus hombres y al germinar de la semilla de la traición entre las filas rivales, el clan Tokugawa y sus aliados se alzaron con una victoria incontestable. Tres años después, en 1603, comenzaba de forma oficial el shogunato Tokugawa, el régimen que, desde su sede en Edo –actual Tokio– regiría hasta 1868 el destino de Japón.

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La crisis del régimen Toyotomi por Kasaya Kazuhiko (Centro Internacional de Estudios Japoneses)

Desde finales del siglo XV, Japón se vio inmerso durante más de cien años en una época de guerras civiles conocida como “periodo Sengoku”. En 1590, Toyotomi Hideyoshi logró unificar el país e instaurar la paz a Japón. Siete años después, con sus ejércitos embarcados en la invasión de Corea, Hideyoshi, preocupado por el futuro de su hijo Hideyori, de solo cinco años, seleccionó antes de morir a cinco poderosos daimios para que administraran los asuntos políticos y resolvieran las problemáticas que pudieran presentarse. Esto debía garantizar la estabilidad del gobierno, pero también mantener a raya a Tokugawa Ieyasu, el daimio más poderoso, pues Hideyoshi sabía que probablemente trataría de hacerse con el poder después de su muerte. En este complejo contexto político, la batalla de Sekigahara constituiría pronto un punto de inflexión para el régimen Toyotomi.

Un juego de alianzas y traiciones por Jaime González-Bolado (Universitat Autònoma de Barcelona)

Un juego de alianzas y traiciones por Jaime González-Bolado (Universitat Autònoma de Barcelona)

Los célebres relatos del periodo Sengoku, protagonizados por bravos samuráis que, sin más ayuda que el vigor de sus monturas, el filo de sus catanas y la fuerza de sus arcos lograban imponerse a sus enemigos, son fruto de un proceso de romantización del pasado impulsado durante las postrimerías del periodo Edo (1600-1868). La realidad, en cambio, es bien diferente. El Japón de los siglos XVI y XVII era un escenario brutal e impredecible, marcado por la ausencia de cualquier vestigio de autoridad central, donde los señores feudales o daimios se encontraban inmersos en continuos e indiscriminados enfrentamientos entre sí, en los cuales hacían uso de cualquier artificio que les permitiese alcanzar la victoria. La traición, el engaño y la conspiración constituían elementos fundamentales y ubicuos en la cultura marcial bushi.

La campaña de Hasedō por Terje Solum

La campaña de Hasedō por Terje Solum

El 1 de septiembre de 1600, Tokygawa Ieyasu llegó al castillo de Oyama, en Shimotsuke, su base para el ataque a los territorios del clan Uesugi, cuyo líder, Uesugi Kagekatsu, uno de los “cinco regentes” de Hideyori, desafiaba abiertamente su poder en el este de Japón. Mientras Ieyasu se encontraba en Oyama, llegaron noticias preocupantes de Kioto: Ishida Mitsunari y su fiel aliado Ōtani Yoshitsugu habían enarbolado estandartes de guerra. Al recibir tan inquietantes nuevas, Ieyasu hubo de cambiar rápidamente de planes y escribió numerosas cartas a sus aliados, entre ellos Mogami Yoshiaki y Date Masamune, para que movilizara sus tropas y se ocuparan del problema que suponía el clan Uesugi. Mientras Ieyasu marchaba hacia el oeste para enfrentarse a Mitsunari, en el noreste de Japón las fuerzas de uno y otro bando chocaron en la decisiva campaña de Hasedō.

La batalla de Sekigahara por Stephen Turnbull

La campaña de Sekigahara por Stephen Turnbull

La batalla de Sekigahara solo puede entenderse correctamente si se aprecian en conjunto los movimientos de los ejércitos “oriental” y “occidental” antes del día de la batalla. Esto se debe a que Sekigahara fue mucho más que un choque épico; fue la culminación de una campaña para asegurar un conjunto de fortalezas que controlaban los accesos a Kioto y Osaka desde el este. Estos castillos estaban situados en o alrededor de las dos grandes calzadas que unían el este y el oeste del país. La primera, la Tokaidō, recorría la costa en el grueso de su recorrido por antiguos o vigentes territorios Tokugawa. La otra, la Nakasendō, serpenteaba a través de las montañas y era más hostil, pero las cosas se complicaban cuando ambas se aproximaban en el área al este del lago Biwa, donde la orografía había creado una estrecha lengua de tierra entre el mar y las montañas. Allí se encontraba el futuro campo de batalla de Sekigahara.

Los ejércitos de Sekigahara. Tácticas y equipo por Luca Bottazzi

Los ejércitos de Sekigahara. Tácticas y equipo por Luca Bottazzi

La batalla de Sekigahara fue la última batalla campal decisiva del periodo Sengoku, una culminación de las transformaciones tácticas, organizativas y tecnológicas de la época. La escala y la estructura del enfrentamiento ilustran las doctrinas tácticas del periodo Sengoku, definidas por las formaciones de ashigaru, las tácticas coordinadas de armas mixtas y la creciente preeminencia de la pólvora. Estos cambios vinieron acompañados de la innovación en cuanto a armas y armaduras, como se observa en el desarrollo de las tōsei gusoku y el kawari kabuto, que fusionaron una mejor protección con la extravagancia de la clase guerrera samurái. El legado de la victoria del clan Tokugawa en Sekigahara no fue solo militar, sino también cultural, en forma de armas, armaduras y memorias de aquellos que dieron forma a los albores del Japón moderno temprano.

Sekigahara. Planes de combate, despliegue e inicio de la batalla por Mizuno Tomoki (Grupo de Investigación de Sekigahara)

Sekigahara. Planes de combate, despliegue e inicio de la batalla por Mizuno Tomoki (Grupo de Investigación de Sekigahara)

El 20 de octubre de 1600, a las siete de la tarde, Ishida Mitsunari, Ukita Hideie, Konishi Yukinaga y Shimazu Yoshihiro, los comandantes del Ejército Occidental que se encontraban en el castillo de Ogaki, emprendieron el camino hacia Sekigahara. La razón principal para ello era que, esa misma jornada, al mediodía, Tokugawa Ieyasu había llegado al campamento del Ejército Oriental en Akasaka, situado unos 6 km al noroeste de aquella fortaleza. Ishida, que desconfiaba de la fortaleza de su posición en Ogaki, decidió mover el grueso de sus tropas a un lugar adecuado para presentar batalla a Ieyasu en buenas condiciones y neutralizar la amenaza que suponía el ambicioso daimio. Este lugar era el cruce de caminos de Sekigahara.

La victoria de Tokugawa. La destrucción del Ejército Occidental por Mizuno Tomoki (Grupo de Investigación de Sekigahara)

La victoria de Tokugawa. La destrucción del Ejército Occidental por Mizuno Tomoki (Grupo de Investigación de Sekigahara)

El enfrentamiento decisivo entre los leales a Tokugawa Ieyasu y las tropas fieles al consejo de regencia del joven Toyotomi Hideyori comenzó con la carga de Ii Naomasa y sus hombres con las primeras luces del día. Sin embargo, el espeso manto de niebla que cubría con su velo el terreno comprendido entre los montes que delimitaban el extenso campo batalla impidió que ambos bandos se empeñasen a fondo en una lucha incierta. A las diez de la mañana mejoraron las condiciones meteorológicas y la niebla comenzó a disiparse. Gracias a la mayor visibilidad, ambos ejércitos pudieron entrar en combate a plena capacidad y se produjo un combate masivo y encarnizado que culminó con la derrota de las fuerzas que lideraba Ishida Mitsunari.

Un nuevo Japón por Kasaya Kazuhiko (Centro Internacional de Estudios Japoneses)

Un nuevo Japón por Kasaya Kazuhiko (Centro Internacional de Estudios Japoneses)

En el pasado, la batalla de Sekigahara fue considerada como un enfrentamiento entre los clanes Toyotomi y Tokugawa, y se ha dicho que la victoria del Ejército Oriental dirigido por Tokugawa Ieyasu fue clave para el establecimiento de la hegemonía de su clan al asentar unas bases sólidas para la dominación del país por el sogunato Tokugawa durante más de doscientos sesenta años a partir de ese momento. Investigaciones recientes, sin embargo, han puesto en duda esta visión tradicional. La razón para ello es que, si nos fijamos en el Ejército Oriental que combatió en el decisivo enfrentamiento a las órdenes de Ieyasu, más de la mitad de sus fuerzas no correspondían al propio ejército Tokugawa, sino a tropas de señores de la guerra vasallos de los Toyotomi que se aliaron con Ieyasu.

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