Felipe II frente a Guillermo de Orange con una escaramuza entre sus ejércitos y el río Mosa y Maastricht al fondo (1568), grabado de Balthasar Jenichen, Rijksmuseum, Ámsterdam. Fuente: Rijksmuseum

Tras derrotar al ejército de Luis de Nassau en Jemmingen, el 21 de julio de 1568, Alba sabía que no podía bajar la guardia. La invasión de Frisia era solo uno de los movimientos que los rebeldes habían dispuesto aquel año contra las fuerzas reales en los Países Bajos, y no el principal. Un ejército hugonote se organizaba a la sazón en Champaña para entrar en el ducado de Luxemburgo, al tiempo que, desde Dillenburg, Guillermo de Orange ultimaba los preparativos de una gran fuerza de invasión que cruzaría el Mosa y penetraría en Brabante. Asimismo, los hugonotes del Delfinado se preparaban para lanzar una incursión contra la Borgoña española.[1]

Preparativos de campaña

Orange no lo tuvo fácil para reunir fondos con los que pagar las primas de alistamiento. En principio, sus apoyos en Alemania eran muchos, incluidos tres electores –el de Sajonia, el Palatino y el de Brandeburgo– y otros destacados príncipes y ciudades imperiales. Otra cuestión es que aprobasen o estuvieran dispuestos a financiar su invasión de los Países Bajos tras el desastre de Jemmingen. El agente al que Orange envió a Fráncfort en busca de crédito, un tal Martini, natural de Amberes, fue expulsado de la ciudad.[2] El landgrave Guillermo de Hesse-Kassel lo reprendió por levantar un ejército y le negó explícitamente su apoyo: “hemos declarado expresamente que no queríamos involucrarnos en una empresa tan importante, grande y de tan largo alcance, ni en secreto ni en público”.[3]

Durante la posterior campaña de Orange en los Países Bajos, las tropas del duque de Alba hicieron prisionero al tesorero del príncipe, que revelaría al duque que únicamente el elector palatino había financiado la empresa.[4] En estas circunstancias, fueron cruciales los fondos enviados por las comunidades protestantes neerlandesas en el exilio, las sumas proporcionadas por los nobles que seguían a Orange, el dinero obtenido de mercancías tomadas en el Rin, el rescate de pasajeros y las contribuciones de guerra levadas en las tierras del arzobispo de Colonia y el duque de Juliers, teóricamente neutrales. Nada que Alba no supiese, pues Jean de Montigny, señor de Villers, jefe de las tropas orangistas derrotadas en Dahlen el 25 de abril, llevado prisionero a Bruselas, había revelado todos los planes de Orange. De los 200 000 escudos que el príncipe creía necesarios para reclutar su ejército, la mitad serían proporcionados por sus simpatizantes, tanto en los Países Bajos como en el extranjero, y la otra por él mismo y sus aliados de la nobleza neerlandesa: Orange aportaría 50 000 escudos; Antoon de Lalaing, conde de Hoogstraten, su principal colaborador, 30 000; Floris van Pallandt, conde de Culemborg, otros 30 000, la misma suma que el conde Willem van den Bergh, cuñado del príncipe; su hermano Luis de Nassau, 10 000; Adolf van Nieuwenaar, conde de Meurs, 10 000, y Ana de Egmont, madre del conde de Horn, otros 10 000.[5]

Entre tanto, el duque de Alba no permanecía ocioso. Por sus agentes en Lingen y Verden sabía de los reclutamientos de Orange en Hesse, el obispado de Paderborn y otros territorios del noroeste del Imperio.[6] Un espía enviado a Dillenburg le informó de la concentración de tropas en torno a la villa, de la llegada de grandes cantidades de dinero y de la marcha del tren de artillería entre el 10 y el 11 de agosto.[7] El príncipe pudo formar un gran ejército en torno a Andernach, cerca de Coblenza, pues, en palabras del soldado y cronista español Bernardino de Mendoza: “en Alemania para levantar soldados el día de hoy, por gran número que sea, no es necesario más de tener dineros con que dar la primera paga”.[8] Los agentes de Isabel I de Inglaterra hablaban de 20 000 infantes, 7000 hombres a caballo y una reserva de otros 8000 efectivos.[9]

Alba creía que Orange pretendía cruzar el Mosa para enlazar en el ducado de Luxemburgo con los hugonotes del príncipe de Condé y desde allí invadir conjuntamente el Franco Condado de Borgoña El 12 de agosto escribió desde Utrecht a Francés de Álava, embajador de Felipe II en Francia: “me doy prisa a salir en campaña y apercibir mi gente […] y pienso irles a tomar el paso de la Mosa para defenderles la entrada en Lieja y el paso de Luxemburgo”.[10] El duque envió avisos y letras de cambio a François de Vergy, gobernador de Borgoña, para que se proveyese de medios defensivos en caso de necesidad. Asimismo, ordenó a Cristóbal de Mondragón, gobernador de Damvillers, que formase un regimiento de infantería valona de seis compañías, movilizó las Bandes d’Ordonnance de los Países Bajos –tropas locales de caballería pesada– y ordenó al gran maestre de la artillería, Jacques de la Cressonière, que aprestase el tren en Malinas. Esperaba disponer, para enfrentar la invasión, de 13 000 o 14 000 infantes, algo más de 6.000 hombres a caballo y una veintena de cañones.[11] La composición del ejército era la siguiente:[12]

 

Infantería
Españoles
UnidadCompañías
Tercio de Lombardía¿?
Tercio de Nápoles¿?
Tercio de Sicilia¿?
Total40
Valones
UnidadCompañías
Coronelía del señor de Beauvoir6
Coronelía del señor de Largilla5
Coronelía del señor de Bryas5
Coronelía del señor de Hièrges10
Coronelía de Cristóbal de Mondragón6
Coronelía del señor de Billy5
Total37
Alemanes
Regimiento de Alberico Lodron10
Regimiento de Otto von Eberstein10
Total20
Caballería
UnidadCompañías
Caballería ligera española, italiana y borgoñona22
Coronelía borgoñona del barón de Noircarmes10
Bandes d’Ordonnance¿?
Herreruelos alemanes¿?

 

El duque se instaló en Maastricht y ordenó a su maestre de campo general, el florentino Chiappino Vitelli, que reconociese el curso del Mosa entre Namur y Venlo. La perspectiva de usar el río como barrera defensiva se desvaneció rápidamente: “de aquí para abajo hasta Roremunda hay ocho o diez vados muy buenos, y entre el dicho Roremunda y Venlo hay otros tantos, de manera que si el enemigo quiere pasar la ribera, son tantas leguas de guardar que se le puede mal quitar”.[13]

Orange, entre tanto, se estableció en la abadía de Rommersdorf, cerca de Conlenza, y supervisó desde allí los preparativos. El grueso de sus fuerzas consistía en infantería y caballería alemanas –lansquenetes y herreruelos–, pero contaba también con infantería francesa y gascona, y valones exiliados, en su mayoría procedentes del obispado de Lieja y de Aquisgrán. Una lista incompleta de los efectivos rebeldes, consignada por un agente inglés en el campo del príncipe, menciona las siguientes tropas:

 

CapitánEfectivos
Otto von Malspergh1000
Adam Waes600
Friedrich Roldhausen1300
Hermann Ridessel400
Alberto de Nassau300
Hermann Wolf300
Jobst von Reden300
Jobst von Schauwenburg1000
Albrecht von Barby1000
Conde de Brandeburgo1000
Lafarre600
Bamberger150
Nicolaas von Hattstat300
Balthasar von Wolffen¿?
Cammernau¿?
Total7550

 

El mismo informe menciona que el número de infantes gascones era de unos 6000, en su mayoría arcabuceros, y que se esperaba la pronta llegada del conde Juan Casimiro del Palatinado-Simmern, hijo del elector palatino, con 2000 herreruelos adicionales.[14]

Abanderados del ejército de Guillermo de Orange, miniatura del Manuscrito de Willem de Gortter (ca. 1585), Biblioteca Real de Bélgica, Bruselas. Sabemos, por lo que dicen las crónicas, que las banderas de las tropas del príncipe en esta campaña llevaban la siguiente inscripción en latín: Pro Rege, Lege et Grege (Por el rey, la ley y la paga). Fuente: KBR

Inicio de la invasión

El 25 de agosto el ejército inició el cruce del Rin en Andernach y avanzó sobre Kerpen, enclave brabanzón en el obispado de Colonia, que ocupó sin dificultades. Allí se alojó Orange mientras sus tropas avanzaban en dos ejes: hacia el oeste, donde tomaron Erkelenz y el castillo de Wittem, y en dirección sur, hacia Luxemburgo, donde ocuparon Sankt-Vith, señorío otrora propiedad del príncipe. Aunque esperaba recibir fondos de sus seguidores en los Países Bajos, no dejó Orange de solicitar apoyo económico a dos de sus simpatizantes en el Imperio: el duque Cristóbal de Wurtemberg y el margrave Carlos de Baden-Durlach, pues la situación del ejército era precaria.[15] Una reyerta entre tropas alemanas y valonas a cuenta del botín se saldó con un centenar muertos, entre ellos Nicolaas de Hammes, general de la artillería del príncipe.

Informado del avance enemigo, Alba dejó cuatro compañías de infantería alemana de guarnición en Maastricht y concentró su ejército de campaña alrededor del castillo de Haren, al norte de la ciudad. El duque hizo construir un puente de barcas sobre el Mosa y en los días siguientes envió a sus tropas a forrajear en la orilla derecha “porque cuanto más el enemigo se acercase, hallase más gastada la campaña”.[16] Los orangistas se dirigieron hacia el sur, en dirección a Lieja, por lo que el 29 de septiembre Alba levantó el campo y alojó sus tropas entre esta ciudad y Maastricht. Orange envió mensajeros con cartas para Gerard van Groesbeeck, obispo de Lieja, y los burgomaestres de ambas ciudades, en las que pedía paso franco a su ejército. Al mensajero enviado a Maastricht, Alba hizo prenderlo y ahorcarlo.

Durante una semana, los dos ejércitos se estuvieron observando de cerca sin que los rebeldes intentasen el cruce del río. La noche del 5 al 6 de octubre, el príncipe se anticipó por primera y única vez al duque. Dejó un gran número de tiendas montadas y hogueras encendidos frente a las posiciones españolas al otro lado del Mosa y, tras una marcha nocturna bajo la luz de la luna, cruzó el río en Stokkem, entre Maastricht y Roermond.[17] Para ello se sirvió de un gran número de barcas y carros con los que construyó un puente, si bien el caudal en aquel lugar era escaso. Advertido, Alba movilizó sus tropas a toda prisa y avanzó hacia Maastricht, en cuyas inmediaciones, cerca de Bilzen, estableció un campo fortificado. El 8 de octubre, ambos ejércitos estaban a una legua el uno del otro. Alba creía que Orange atacaría su posición al día siguiente, y por ello formó su ejército para la batalla: la infantería, a las órdenes de Chiappino Vitelli, se distribuyó en cuatro escuadrones: uno español, dos alemanes, reforzados con arcabucería y mosquetería españolas y valonas, con la artillería posicionada delante, y otro valón. La caballería, dirigida por el prior Hernando de Toledo, bastardo del duque, formó en los flancos, tres escuadrones de caballos ligeros en cada uno, apoyados por sendas cornetas de herreruelos.[18]

Durante la noche, Alba envió al capitán Juan Osorio de Ulloa con cuatrocientos arcabuceros a ocupar una colina situada entre ambos campos, en la que las compañías de Lorenzo Perea y Rodrigo Pérez, del Tercio de Nápoles, cavaron una trinchera para reforzar la posición. La mañana siguiente, Alba posicionó todo el ejército en las lomas del altozano, con la caballería en retaguardia. Una hora después del amanecer, el ejército de Orange se aproximó en orden de batalla, con el bagaje en el flanco derecho. Un escuadrón de ochocientos herreruelos escaramuzó con la vanguardia española, pero todo el ejército pasó de largo hacia el suroeste, en dirección a Tongeren. Por lo menos, Alba pudo hacer una estimación del ejército rebelde: “la infantería que traen me pareció poca, pero la caballería es mucha”.[19] Tras de sí, Orange dejó 2000 herreruelos en Stokkem para guardar el puente de barcas, por el que esperaba recibir provisiones y dinero desde el ducado de Juliers.[20]

La caballería de Orange se adentró en la campiña brabanzona y saqueó hasta las puertas de Lier y Malinas. El vicario del arzobispado de esta ciudad, Maximilien Morillon, escribió al arzobispo y cardenal Granvelle que tanto allí como en Amberes los simpatizantes del príncipe no ocultaron su júbilo, “y tengo por seguro que sin la ciudadela de Amberes la demostración hubiese sido mayor”.[21] Sin embargo, el príncipe esperaba ser recibido como un libertador y que la población se alzase en masa y las ciudades y villas lo proveyesen de suministros, y esto no sucedió. Que sus tropas se dedicasen al pillaje no ayudó. Solo Zoutleeuw proveyó al ejército, y para evitar el saqueo. El burgomaestre, el pensionario y un consejero acordaron pagar 20 000 florines y enviaron al príncipe dos carros con provisiones y seis barriles de pólvora. Más adelante, Alba quiso ejecutarlos a los tres, pero, por intercesión de varios subordinados, solo colgó a uno, escogido al azar.[22]

Para impedir que los rebeldes se proveyesen de suministros, Alba despachó al señor de Hièrges con diez compañías de infantería valona a Tienen, donde estaba almacenada la harina del ejército, y ordenó a los burgomaestres de Diest y Zichem que enviasen las provisiones allí acopiadas a Lovaina y Malinas. Al maestre de campo Julián Romero, con elementos de su Tercio de Sicilia, lo envió a guarnicionar Tongeren, y con el grueso del ejército siguió los pasos de los rebeldes, interponiéndose entre estos y el Mosa. De inmediato inició un hostigamiento incesante para impedir que las tropas de Orange pudiesen forrajear libremente. Cerca de Borgloon, el prior Hernando, con la caballería ligera y quinientos arcabuceros del Tercio de Lombardía, cayó sobre la retaguardia enemiga y la desbarató. Los rebeldes perdieron setecientos hombres y doscientos carros de bagajes.[23]

Mapa de las campañas de 1568 en los Países Bajos, extraído de Desperta Ferro n.º 50: El duque de Alba en Flandes

Mapa de las campañas de 1568 en los Países Bajos, extraído de Desperta Ferro Historia Moderna n.º 50: El duque de Alba en Flandes. Pincha en la imagen para ampliar. © Desperta Ferro Ediciones

Tras un alto de dos días en Borgloon, el príncipe condujo sus tropas hasta Halmaal, al sudoeste de Sint-Truiden, y estableció allí un campamento. Alba avanzó en paralelo con su ejército unas millas de distancia al sur por Vreren y Crisnée, y acampó a una legua de los orangistas. Resuelto a no dar descanso a sus enemigos, ordenó a Julián Romero que, con quinientos arcabuceros, ocupase un bosque próximo al acantonamiento rebelde. Los hombres de Julián cavaron una trinchera en el linde y escaramuzaron con los forrajeadores enemigos. El día siguiente Alba posicionó otros cuatrocientos arcabuceros a las órdenes de Juan Osorio de Ulloa y Lope de Figueroa en unos caseríos y una iglesia próximos para cubrir a los hombres de Romero. Al anochecer ordenó a este que abandonase el bosque al salir el sol. Sin embargo, poco después del amanecer, Orange despachó 3000 o 4000 arcabuceros y un escuadrón de 600 herreruelos sobre aquella posición. Durante dos horas, los españoles, a cubierto de los árboles y la trinchera, defendieron el bosque en franca inferioridad hasta que el duque envió en su auxilio a su hijo don Fadrique con mil arcabuceros del Tercio de Nápoles y quinientos valones. Entonces los rebeldes se retiraron. Los españoles tuvieron veinte bajas.[24]

Ese mismo día, 18 de octubre, Orange levantó el campamento y, tras saquear Sint-Truiden, marchó hacia Landen. Parecía que su intención era cruzar el río Gete para avanzar sobre Tienen y Lovaina. En previsión de esta posibilidad, Alba, que ya había guarnecido Tienen con la coronelía de Hièrges, envió a Lovaina al señor de Beauvoir con seiscientos arcabuceros valones, a Cristóbal de Mondragón con las tropas que había podido reclutar y al capitán Montero con su compañía de arcabuceros a caballo, y ordenó al conde de Roeulx que guarneciese Bruselas con su coronelía bisoña.[25] En realidad, los planes del príncipe eran muy distintos: el constante hostigamiento de las tropas católicas impedía que sus hombres forrajeasen, por lo que debían alimentarse de manzanas y nabos que recogían en los campos. Su esperanza pasaba por enlazar con los hugonotes procedentes de Champaña. En efecto, ya el 10 de octubre Morillon informaba al cardenal Granvelle de que Jean de Hangest, señor de Genlis, había entrado con sus tropas en el ducado de Luxemburgo.[26] El contingente hugonote, formado por 4000 infantes y 1800 hombres a caballo, cruzó el Mosa en Hastière, entre Charlemont y Dinant.

La batalla de Jauchelette

El ejército orangista prosiguió su avance e hizo alto cerca de Linsmeau, seguido muy de cerca por las tropas católicas. La batalla parecía inminente: mientras Alba desplegaba su ejército en unos altozanos y enviaba destacamentos de arcabuceros españoles y valones a tomar posiciones en sendos bosquecillos cercanos, el príncipe formó sus tropas y desplegó su artillería en una colina próxima. El conde de Hoogstraten y otros nobles rebeldes querían combatir, pero Orange, al advertir la solidez de las posiciones contrarias, y también porque ya anochecía, se negó. Los rebeldes pasaron la noche acampados alrededor de Linsmeau, mientras que los católicos lo hicieron en torno a Walshoutem. El día siguiente, 20 de octubre, Alba reconoció en persona la marcha del ejército enemigo con Chiappino Vitelli. En lugar de avanzar hacia el norte, en dirección a Tienen, los rebeldes marchaban hacia el sur para cruzar el Gete. Había llegado al momento de pasar a la ofensiva y el duque envió órdenes para movilizar a sus tropas. El prior Hernando marchó en vanguardia con el grueso de la caballería ligera para hostigar la retaguardia enemiga, seguido de don Fadrique con seiscientos arcabuceros del Tercio de Lombardía, cuatrocientos del Tercio de Sicilia, y quinientos valones de la coronelía de Gaspar de Robles, señor de Billy. Tras estos marchaban seis cornetas de herreruelos, los hombres de armas y seis cañones de campaña. El grueso de la infantería, dividida en seis escuadrones, con el resto de la artillería, cerraba el avance.[27]

La caballería ligera española trabó contacto con la retaguardia enemiga entre Linsmeau y Jodoigne. Orange se disponía a cruzar el Gete en Jauchelette, donde estaba el único puente de piedra disponible en millas. Alba cabalgaba en vanguardia y pudo observar tanto la escaramuza como la marcha de las tropas rebeldes. Varios de sus capitanes le aconsejaron que ordenase cargar contra el escuadrón de herreruelos que cubría la retaguardia contraria, formado por cuatro cornetas. El duque no quiso hacerlo sin haber reconocido antes el terreno. Un joven capitán de arcabuceros a caballo borgoñones, Henri de Vienne, barón de Chevreau, arrojó su pistolete al suelo, frustrado, y exclamó: “¡El duque de Alba no quiere combatir!”. Lejos de reprenderlo, el duque aplaudió sus ganas de entrar en combate. Entonces trajeron a su presencia un campesino de la comarca que informó sobre el río y el puente, que Alba desconocía. El Gete era poco más que un arroyo, pero sus márgenes eran profundas y escarpadas, por lo que no era posible pasarlo más que en Jauchelette. Orange había destacado en el pueblo y los setos y arboledas circundantes a sus mejores tropas, su infantería gascona, valona y lorenesa, unos 5000 hombres a las órdenes de Philippe de Marbais, señor de Louverval, y Bernard de Malberg, para cubrir el cruce de los bagajes, la artillería y el grueso de los alemanes.[28]

Jauchelette 1568. La desconocida campaña en la que el duque de Alba aplastó a Guillermo de Orange

Batalla en el río Gete cerca de Jodoigne y Tienen entre los ejércitos del duque de Alba y el príncipe de Orange (1632), grabado de Johann Wilhelm Baur, Rijksmuseum, Ámsterdam. Fuente: Rijksmuseum

Aprovechando que las tropas rebeldes estaban divididas por el río infranqueable, Alba ordenó el ataque. El prior Hernando, con la caballería ligera –lanzas y arcabuceros a caballo–, descendió de las alturas frente a Jauchelette para cargar sobre el escuadrón de herreruelos rebeldes. Estos, lejos de aguardar la embestida, se retiraron a toda prisa hacia el pueblo y cruzaron el puente, abandonando a su infantería. Al mismo tiempo, el duque hizo avanzar 2000 arcabuceros españoles y valones sobre los setos a ambos lados de Jauchelette, donde estaba posicionado el grueso de la arcabucería orangista. Los católicos atacaron con tal energía que, en menos de una hora, luchando sobre todo con espadas entre los setos y bosquecillos, expulsaron a los enemigos de la posición. “Los que se escaparon dejaron morriones, coseletes y arcabuces en grandísima cantidad”, leemos en la relación que Alba envió al rey.[29]

La resistencia en el pueblo, al que solo se podía entrar por dos caminos angostos, fue mucho más decidida. Louverval y Malberg habían guarnecido la iglesia local, rodeada por un muro, con trescientos o cuatrocientos hombres. Para doblegar su firmeza, los católicos prendieron fuego al edificio y las casas cercanas. Los arcabuceros de Alba, entre tanto, persiguieron a los enemigos en fuga y, bien a través del puente o bien ascendiendo por las márgenes del Gete, cruzaron el arroyo y se aproximaron al grueso del ejército orangista.[30]

Al ver a los arcabuceros españoles y valones en la orilla izquierda del Gete sin el apoyo de piqueros, Orange envió un escuadrón de herreruelos contra ellos, pero una descarga cerrada de los católicos diezmó a los alemanes y los puso en retirada. El príncipe envió al ataque a otros dos escuadrones, pero también estos tuvieron que replegarse ante el eficaz fuego de arcabucería. En una de estas cargas, el conde de Hoogstraten recibió un arcabuzazo en el pie: la bala entró por el empeine y salió por el tobillo.[31]

Una hora antes de la puesta de sol, ambos bandos se retiraron. Las pérdidas fueron muy desiguales: según las estimaciones católicas, los rebeldes tuvieron cerca de 3000 bajas, incluido el coronel de los gascones, Malberg, y el señor de Louverval, que fue capturado. Los católicos, de acuerdo con el duque, tuvieron once muertos y entre veinticinco y treinta heridos.[32] Un soldado inglés del ejército orangista calculó las bajas propias en 2000 hombres, sin contar los que se desbandaron y fueron masacrados por los campesinos de la comarca, y las españolas en unas trescientas.[33]

La retirada

Esa noche, el ejército español acampó en Marilles, mientras que los rebeldes lo hicieron en la colina en la que estaban desplegados. Durante la oscuridad, el sonido de continuas salvas de arcabucería alertó a los batidores españoles. Así supo Alba que el señor de Genlis y los hugonotes habían enlazado con el príncipe. Para su sorpresa, al día siguiente el ejército enemigo marchó hacia el norte, en apariencia en dirección a Lovaina. Los católicos cruzaron el Gete, avanzaron hasta la ciudad y acamparon junto a la abadía de Parc.[34]

Por un momento Alba temió que Orange se dispusiera a avanzar sobre Bruselas, pero las intenciones del príncipe eran muy distintas. Sus tropas estaban en un estado lamentable, sobre todo por falta de víveres, pues no solo el hostigamiento de la caballería ligera española les impedía forrajear, sino que además Alba había ordenado almacenar el grano en las villas amuralladas y retirar las muelas de los molinos.[35] Dos días después de la batalla, el propio duque escribió a Felipe II: “los he traído tan hambreados, que había seis días que no comían sino manzanas y carne de la que toman en el campo”.[36] Por si fuera poco, el grueso de los hugonotes eran burgueses y campesinos sin experiencia que viajaban con sus familias, y a su llegada varias cornetas de herreruelos los confundieron con españoles y estuvieron a punto de huir en desbandada, lo que reveló su desánimo.[37]

El 23 de octubre, ante la evidencia de que la campaña había fracasado y con los alemanes al bordo del motín, el príncipe de Orange ordenó la retirada. Esperaba poder anticiparse al duque y cruzar el Mosa en dirección contraria. El primer paso fue cruzar de nuevo el Gete cerca de Saint-Jean-Geest, después de lo cual acamparon alrededor de la abadía de Heylissem, al sur de Tienen. En su persecución, Alba envió por delante cuatro compañías de caballos ligeros y una de arcabuceros a caballo que, con algunas tropas de infantería de la guarnición de Tienen, sorprendieron un destacamento enemigo aislado y pasaron a cuchillo quinientos hombres.[38] El grueso del ejército español cruzó el Gete ese mismo día e hizo alto en Houtain-l’Êvêque. Los orangistas llevaban cierta ventaja, pero Alba esperaba que el obispo de Lieja les negase el paso como había hecho antes. En previsión de que se desviasen al sur, envió a Cristóbal de Mondragón con sus valones a la villa de Huy, donde había, como en Lieja, un puente de piedra sobre el Mosa. Groesbeeck, en efecto, ordenó disponer la defensa y pidió auxilio al duque, que envió al señor de Hièrges con su coronelía valona y ordeno a Mondragón que dejase cincuenta hombres en Huy y pasase con el grueso de su tropa a Lieja.[39]

El 3 de noviembre, en medio de un copioso aguacero, los rebeldes acamparon frente a Lieja. Ante la negativa del obispo de abrir las puertas, Orange plantó su artillería de asedio y cañoneó las murallas durante tres días en los que no faltaron escaramuzas con los defensores. Entre tanto, Alba estableció una posición fortificada en Pousset, unas millas al oeste. Temeroso de quedar atrapado, Orange tomó una decisión no menos arriesgada: visto que no era posible franquear el Mosa, daría la vuelta y atravesaría los Países Bajos hasta la frontera francesa. El día 6 el ejército rebelde pasó a una milla de la posición española. Ni un bando ni otro quisieron arriesgarse a la batalla. Alba tomó con rapidez otras disposiciones: envió a Mondragón de regreso a Huy y a Hièrges a Namur para asegurarse de que los enemigos no trataban de cruzar el Mosa río arriba, escribió a los gobernadores de las provincias de Henao y Artois para que trasladasen el grano a las villas amuralladas y desmontasen los molinos, y envió un mensaje urgente a Francés de Álava, embajador en París, para que urgiese a Carlos IX de Francia a que movilizase las tropas que guardaban la frontera de Picardía para interceptar a orangistas y hugonotes.[40]

En su marcha desde Lieja a Francia, los rebeldes no se limitaron a saquear, sino que lo arrasaron todo a su paso. En palabras del soldado inglés ya mencionado: “quemamos pueblos y aldeas, iglesias y capillas, y no dejamos nada en pie que pudiera ser derribado, porque el paisanaje huyó y se llevó las provisiones, cuya falta nos causó una gran miseria”.[41] Entre tanto, Alba envió por delante a Lope de Acuña, segundo el prior Hernando, con seis compañías de caballos ligeros y dos de arcabuceros a caballo para hostigar los flancos del ejército de Orange, mientras él hacía lo propio en la retaguardia. Así, continuamente hostigados, los rebeldes pasaron junto a Gembloux, Binche, Bavay y Le Quesnoy.

Mapa de Cateau-Cambrésis por Jacob van Deventer (ca. 1505-1575), Biblioteca Nacional de España, Madrid. Fuente: BNE

La última población importante en el camino del ejército orangista antes de entrar en Francia era Cateau-Cambrésis. Orange decidió tomarla por asalto, seguramente para proveerse de víveres. Las defensas eran escasas: un muro medieval y treinta soldados, tan pocos que el gobernador de la plaza, Jan van Wort, ordenó a las mujeres que tomasen picas y marchasen por la muralla para hacer creer a los enemigos que los defensores eran mucho más numerosos.[42] Alba les envió refuerzos: doscientos o doscientos cincuenta arcabuceros valones a las órdenes de Robert de Harchies, señor de Molain, capitán de una compañía de la coronelía del señor de Hièrges. Wort, al sospechar que la llegada de aquella tropa era una añagaza de los rebeldes, se negó a dejarlos entrar. Para convencerlo, Molain atacó con sus hombres el arrabal de la villa, donde estaba alojado el señor de Genlis con la caballería hugonote. Aquello convenció a Wort. La audacia de Molain le valió la recomendación tanto del duque de Alba como del cardenal Granvelle a Felipe II, quien lo recompensó con una pensión anual de 300 florines.[43]

Los orangistas batieron Cateau-Cambrésis con veintiún cañones, cinco de asedio y los demás de campaña. Sin embargo, se retiraron antes de abrir brecha ante la proximidad de Alba con el grueso de su ejército. Los defensores atacaron la retaguardia, les causaron cincuenta bajas y tomaron sesenta caballos.[44] El ejército rebelde, derrotado y desmoralizado, cruzó la frontera y acampó en los alrededores de San Quintín. Al conde de Hoogstraten se le habría gangrenado la herida del pie e, incapaz de montar a caballo, marchaba tendido sobre un carro.

Balance de la campaña

El ejército real francés no atacó a Orange. El mariscal Cossé, gobernador de Picardía, le envió un mensajero para instarlo a que abandonase el reino. En un primer momento, el príncipe había previsto dirigirse a Normandía para unirse a las fuerzas hugonotes de la región, pero optó finalmente por dirigirse a Alemania, más por temor a sus propios mercenarios, que amenazaban con amotinarse si no se los pagaba y licenciaba, que a las fuerzas francesas. Así pues, Orange inició otra penosa marcha, esta vez en dirección a Estrasburgo. Hoogstraten murió a causa de la gangrena el 11 de diciembre. Genlis, enfermo, falleció dos meses después. El príncipe no disponía de medios con los que licenciar a lo que quedaba de sus tropas; a la postre, los gastos corrieron a cuenta de la ciudad de imperial de Estrasburgo, deseosa de librarse de una tropa indisciplinada y mal pagada en las proximidades.[45]

Alba podía estar complacido. Guerau d’Espés, embajador de Felipe II en Inglaterra, recibió una carta suya fechada el 18 de noviembre en Cateau-Cambrésis en la que afirmaba que “a los enemigos se les habrá muerto de nueve a diez mil hombres, así de caballería como infantería, y que se les han tomado hasta 500 caballos; del ejército del duque no faltan cuarenta hombres de todas naciones”.[46] Bernardino de Mendoza fue más prudente y cifró en cinco mil las pérdidas de Orange.[47]

El 10 de enero, desde Roma, el cardenal Granvelle felicitó a Felipe II por el éxito de la campaña: “y a V. Magd no quiero dejar de dar la enhorabuena de tan buen suceso como ha sido el echar el dicho príncipe fuera de los estados de Flandes con tanto daño suyo, y habiendo quedado las fuerzas de V. Magd enteras y con tanta reputación”.[48] Los Países Bajos permanecerían en relativa paz –con combates puntuales como la pugna por el castillo de Loevesteinhasta abril de 1572, cuando los mendigos del mar tomaron la ciudad portuaria de Briel, en la desembocadura del Mosa, y desencadenaron una rebelión a gran escala contra el duque de Alba.

Bibliografía

  • Claramunt Soto, A. (2023): Es necesario castigo. El duque de Alba y la revuelta de Flandes, Madrid: Desperta Ferro Ediciones.
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  • Poullet, E. (ed.) (1882): Correspondance du cardinal Granvelle, 1565-1583, 3. Bruxelles: Académie Royale de Belgique.
  • VV.AA. (1860): Colección de documentos inéditos para la historia de España (CODOIN), 37. Madrid: Real Academia de la Historia.

Notas

[1] Bernard de Malberg a Solaigre, Estrasburgo, 24 de julio de 1568, Archives ou correspondance inédite de la maison d’Orange-Nassau, 3, pp. 267-271.

[2] G. Martini a Luis de Nassau, Fráncfort, 17 de julio de 1568, Archives ou correspondance inédite de la maison d’Orange-Nassau, 3, pp. 266-267.

[3] Instrucción del landgrave Guillermo de Hesse-Kassel para su secretario Johann Kauffung, Kassel, 28 de julio de 1568, Archives ou correspondance inédite de la maison d’Orange-Nassau, 3, pp. 273-276.

[4] El duque de Alba a Felipe II, Bruselas, 10 de mayo de 1569, Correspondance de Philippe II sur les Pays-Bas, 2, p. 89.

[5] Información remitida por el duque de Alba a Felipe II, Bruselas, 5 de mayo de 1568, Correspondance de Philippe II sur les Pays-Bas, 2, p. 25.

[6] Avisos que envía el duque de Alba, 4 y 5 de agosto de 1568, CODOIN, 37, pp. 328-329.

[7] Avisos que envía el duque de Alba, 10 y 11 de agosto de 1568, CODOIN, 37, pp. 332-333.

[8] Mendoza, Comentarios, f. 74v.

[9] Avis des Pays-Bas, 15 de agosto de 1568, Relations politiques des Pays-Bas et de l’Angleterre sous le règne de Philippe II, 5, p. 147.

[10] El duque de Alba a Francés de Álava, Utrecht, 12 de agosto de 1568, CODOIN, 37, p. 338.

[11] El duque de Alba a Felipe II, Bolduque, 19 de agosto de 1568, CODOIN, 37, p. 345.

[12] Mendoza, Comentarios, ff. 76r-76v.

[13] El duque de Alba a Felipe II, Maastricht, 1 de septiembre de 1568, CODOIN, 37, p. 373.

[14] Avis des Pays-Bas, 26 de agosto de 1568, Relations politiques des Pays-Bas et de l’Angleterre sous le règne de Philippe II, 5, pp. 152-153.

[15] Guillermo de Orange al duque Cristóbal de Wurtemberg y el margrave Carlos de Baden-Durlach, Kerpen, 17 de septiembre de 1568, Archives ou correspondance inédite de la maison d’Orange-Nassau, 3, pp. 291-295.

[16] Mendoza, Comentarios, f. 76v.

[17] Avis des Pays-Bas, 10 de octubre de 1568, Amberes, Relations politiques des Pays-Bas et de l’Angleterre sous le règne de Philippe II, 5, pp. 168-169.

[18] Mendoza, Comentarios, ff. 81v-82r.

[19] El duque de Alba a Felipe II, Bilzen, 12 de octubre de 1568, CODOIN, 37, p. 432.

[20] Maximilien Morillon al cardenal Granvelle, Lovaina, 10 de octubre de 1568, Correspondance du cardinal de Granvelle, 3, p. 375.

[21] Ídem.

[22] Maximilien Morillon al cardenal Granvelle, Sint-Amands, 18 de noviembre de 1568, Correspondance du cardinal de Granvelle, 3, pp. 406-407.

[23] Mendoza, Comentarios, f. 84r.

[24] Mendoza, Comentarios, ff.85r-86r.

[25] Mendoza, Comentarios, ff.86v-87r.

[26] Maximilien Morillon al cardenal Granvelle, Lovaina, 10 de octubre de 1568, Correspondance du cardinal de Granvelle, 3, p. 380.

[27] Mendoza, Comentarios, ff. 88v-89r; Relación del reencuentro que se tuvo con los rebeldes a los 20 de octubre 1568, una legua de Tilemon, CODOIN, 37, pp. 474-475.

[28] Mendoza, Comentarios, ff. 90r-90v.

[29] Relación del reencuentro que se tuvo con los rebeldes a los 20 de octubre 1568, una legua de Tilemon, CODOIN, 37, p. 475.

[30] Mendoza, Comentarios, f. 91v.

[31] Relación del reencuentro que se tuvo con los rebeldes a los 20 de octubre 1568, una legua de Tilemon, CODOIN, 37, p. 476.

[32] Ídem.

[33] Récit complet de la campagne du prince d’Orange, finales de noviembre de 1568, Relations politiques des Pays-Bas et de l’Angleterre sous le règne de Philippe II, 5, p. 188.

[34] Mendoza, Comentarios, f. 93v.

[35] Maximilien Morillon al cardenal Granvelle, Sint-Amands, 18 de noviembre de 1568, Correspondance du cardinal de Granvelle, 3, p. 406.

[36] El duque de Alba a Felipe II, Tienen, 22 de octubre de 1568, CODOIN, 37, p. 477.

[37] Récit complet de la campagne du prince d’Orange, finales de noviembre de 1568, Relations politiques des Pays-Bas et de l’Angleterre sous le règne de Philippe II, 5, p. 188.

[38] Mendoza, Comentarios, f. 94r.

[39] El duque de Alba a Felipe II, campo cerca de Lieja, 6 de noviembre de 1568, CODOIN, 37, pp. 502-503.

[40] Ídem, pp. 503-504.

[41] Récit complet de la campagne du prince d’Orange, finales de noviembre de 1568, Relations politiques des Pays-Bas et de l’Angleterre sous le règne de Philippe II, 5, p. 189.

[42] Mendoza, Comentarios, f. 97v.

[43] Felipe II al duque de Alba, El Escorial, 4 de julio de 1570, Correspondance de Philipe II sur les affaires des Pays-Bas, 2, p. 141.

[44] Avisos del campo de Su Majestad Católica, Cateau-Cambrésis, 17 de noviembre de 1568, Relations politiques des Pays-Bas et de l’Angleterre sous le règne de Philippe II, 5, p. 182.

[45] El cardenal Granvelle al señor de Oosterwyck, Roma, 29 de marzo de 1569, Correspondance du cardinal de Granvelle, 3, p. 526.

[46] Avisos del embajador español, noviembre de 1568, National Archives, State Papers Foreign, Elizabeth I, 2617.

[47] Mendoza, Comentarios, f. 98v.

[48] El cardenal Granvelle a Felipe II, Roma, 10 de enero de 1569, Correspondance du cardinal de Granvelle, 3, pp. 437-438.

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